Mellila, 37 muertos: la barbarie encubierta por la socialdemocracia
La tragedia en la frontera entre Nador y Mellila, en Marruecos, revela la complicidad de los gobiernos con la barbarie y la política de la muerte.
Una tragedia, un crimen, una atrocidad. No hay palabras para describir lo que ocurrió el 24 de junio de 2022, en la frontera entre Nador y Mellila, en Marruecos. Treinta y siete personas murieron y cientos resultaron heridas en la acción asesina de la policía marroquí contra los inmigrantes que intentaban desesperadamente entrar en la Unión Europea a través de España.
En Madrid, la reunión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que tuvo lugar entre el 28 y el 30 de junio, reforzó la idea de la “Fortaleza Europa”, aumentando el gasto militar e impulsando una línea de defensa de las fronteras aún más represiva.
Al otro lado del planeta, otro crimen brutal en Texas, donde la policía encontró 53 personas muertas dentro de un camión procedente de Centroamérica, en un dramático intento de llegar a Estados Unidos.
Es evidente la complicidad entre los sectores más “duros” de la extrema derecha -que predican y hacen de su prédica política una abierta persecución de los inmigrantes- y los llamados progresistas cuando están en el gobierno y tienen que afrontar la crisis migratoria. Esto concierne a Biden y al gobierno de Sánchez en España.
¿Cómo podemos actuar para defender otro tipo de política, basada en la solidaridad y la acogida? ¿Cuál es el papel de la izquierda radical en este tema, tan central para la humanidad?
Marruecos, un estado criminal
Tomando el ejemplo concreto de Mellila, la postura del Estado marroquí no es nueva. En los últimos años, la monarquía corrupta ha desempeñado un papel colonial en la región. Encubierto por el Estado español, el gobierno del monarca Mohamed VI persigue y combate la lucha histórica del pueblo saharaui por su derecho territorial.
En marzo de este año, el gobierno español envió una carta al monarca, “dando la bienvenida” y reconociendo el papel de este estado criminal en la conducción del llamado “proceso de paz” en la región, cuando en realidad es todo lo contrario: Marruecos está reprimiendo violentamente el Sahara Occidental.
Sánchez perfila al Estado español, junto a Francia, como el principal aliado de Marruecos, según denuncia el comunicado del Frente Polisario. Según la organización legítima del pueblo saharaui, la carta no hace más que “legitimar la represión, los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad y el saqueo de las riquezas que Marruecos promueve contra el pueblo saharaui”.
En consonancia con su política de opresión y muerte, Marruecos actúa en Mellila con la misma determinación: ampliar la cooperación para defender las fronteras de Europa y atacar a los inmigrantes. El reciente crimen bárbaro tuvo esta motivación.
Melilla es una ciudad autónoma española, situada en el norte de África, en la parte oriental de la cordillera del Rif, a orillas del mar de Alborán. Para llegar a territorio español, los inmigrantes -unos dos mil- habrían tenido que saltar enormes vallas (hay cinco, dos marroquíes y tres españolas), con el resultado de los fatídicos 37 muertos y un número impreciso de heridos. Fuentes de derechos humanos hablan de cientos.
La “realpolitik” de la muerte
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Sánchez, primer ministro del PSOE, que tiene a Unidas Podemos como principal socio de gobierno, aplaudió la actuación de la policía marroquí. En lugar de horrorizarse por la brutalidad del crimen, el dirigente español salió a defender la “cooperación” entre la guardia civil y los gendarmes marroquíes. Atacó la acción de los inmigrantes como una lucha despiadada en defensa de la “integridad territorial del Estado español”.
El imperialismo del gobierno español no conoce límites: dio un salto con la citada carta al rey Mohamed VI, incrementó su relación con el apoyo al crimen de Mellila y, no por casualidad, fue el “honorable” anfitrión de la reunión de la OTAN en la que se discutió un giro hacia la Guerra y la política represiva.
Sánchez no expresó ningún arrepentimiento a las familias de las víctimas, bloqueó cualquier intento de investigación, completando el giro hacia la “realpolitik” de la muerte. Nada más instrumental para la línea de extrema derecha en todo el continente europeo, que agita la línea de “todos los inmigrantes fuera”.
Como bien escribió Martí Caussa en Viento Sur, en el artículo “Pedro Sánchez cruza el rubicón”,
“Con su actitud ante los sucesos de Melilla, Pedro Sánchez ha superado las barreras éticas, morales y políticas de los Derechos Humanos que todo gobierno progresista debe respetar. Ha contribuido a que la política de la derecha reaccionaria y el neofascismo aniden en las mentes antes de ganar en las urnas. Preparó el camino para la victoria del PP y de Vox”.
Hay que cuestionar el papel de Unidas Podemos dentro del Gobierno español. A partir de este “rubicón” cruzado, como bien señala el autor ya en el título, ¿cómo puede alguien de carácter progresista permanecer inerte y colaborar con Sánchez? ¿A qué precio está esta política? Es una muestra más de la decadencia de Podemos, que hace menos de una década llegó a congregar las esperanzas de la izquierda en el Estado español, de encarnar un nuevo ciclo de movilización y representación política.
Lucha contra las fronteras, en defensa de los inmigrantes
La posición básica es la defensa de los derechos de los inmigrantes. El conjunto de la izquierda radical española ha reaccionado correctamente y ha llamado a las movilizaciones contra el racismo institucional y la política de muerte que condujo al bárbaro crimen de Mellila. Esto debe resonar en todo el planeta.
Las exigencias más básicas y elementales son: el pésame oficial a las familias de las víctimas; la creación de una fuerza sanitaria de emergencia en la región para proporcionar una atención sanitaria adecuada y de calidad a todos los hospitalizados tras este drama; la identificación y devolución de los restos de las víctimas a sus familias, en colaboración con las comunidades de emigrantes; la apertura inmediata de una investigación judicial independiente, en el ámbito internacional y en los tribunales de España y Marruecos.
La lucha más amplia debe ser contra la actual política de la OTAN y la UE para evitar nuevas masacres a corto y medio plazo. Sólo con otra política migratoria y de acogida de refugiados e inmigrantes de todo tipo tendremos una solución al tema. Y esta solución es política y no militar.
A la izquierda le corresponde denunciar a los gobiernos que adoptan la política de la muerte, así como a las instituciones en general que la aplican; además, como parte del trabajo político de apoyo a la organización de las comunidades de inmigrantes en todas las partes del mundo, levantar una consigna tan antigua como necesaria: ningún ser humano ilegal, por un mundo sin muros ni fronteras.