Cuatro preguntas sobre la guerra en Ukrania a Zbigniew Marcin Kowalewski
Revista Movimiento entrevista a Zbigniew Marcin Kowalewski, antiguo militante de la revolución obrera polaca de Solidarność en 1980-1981, investigador de los movimientos revolucionarios, autor, entre otros, de varios trabajos sobre el pasado y el presente de la cuestión nacional ucraniana.
“Rusia es una gran potencia imperialista” Ucrania es un caso de un pueblo históricamente oprimido”.
Revista Movimiento entrevista a Zbigniew Marcin Kowalewski, antiguo militante de la revolución obrera polaca de Solidarność en 1980-1981, investigador de los movimientos revolucionarios, autor, entre otros, de varios trabajos sobre el pasado y el presente de la cuestión nacional ucraniana. En 1981 fue elegido para el Presidium de la Junta de la Región de Łódź de NSZZ Solidarność , fue delegado al 1er Congreso de Solidaridad. Actuó por la toma de los lugares de trabajo por parte de los trabajadores y la creación de autogobiernos de los empleados para gestionar los procesos de toma de decisiones. Al mismo tiempo que «Solidaridad», Kowalewski se unió a la Cuarta Internacional , a la que aún pertenece.
RM: En Latinoamérica, considerables sectores de izquierda justifican la política de Putin. Dicen:”Rusia se defiende de una agresión de la NATO comandada por el imperialismo yanky. Por eso la victoria de Rusia sería un triunfo sobre el imperialismo”. Putin habla que invade para terminar con el nazismo en Ucrania”. Como tu como camarada polaco y militante internacionalista este conflicto militar en donde parece que el ejército de Putin está pretendiendo ocupar todo Polonia
El imperialismo mundial es un sistema de vasos comunicantes: el imperialismo norteamericano se retira sucesivamente de Irak y Afganistán, y enseguida el imperialismo ruso avanza sobre Ucrania, con vistas a avanzar más allá.
Rusia es una gran potencia imperialista. Lo era en la época de Rusia zarista y Lenin lo llamaba un “imperialismo militar feudal”. Dejó de serlo con la victoria de la Revolución de Octubre, pero bajo la dictadura de la burocracia estalinista se restableció como un imperialismo militar burocrático y finalmente con la restauración del capitalismo se trasformó en un imperialismo militar oligárquico.
Su especificidad consiste también en que históricamente es siempre un imperialismo tanto externo como interno. Desde hace varios siglos ya le extensión del territorio del Estado ruso es producto de muy numerosas conquistas militares y subyugaciones de numerosos pueblos no rusos, combinadas con una colonialismo interno, la implantación, promovida por el Estado, de los colonos rusos (u otros eslavos rusificados) sobre los territorios conquistados y su dominación sobre los pueblos dominados. Todo avance histórico del imperialismo interno se acompañaba de la extensión del imperialismo externo: la tendencia a la dominación de los territorios adyacentes a la frontera móvil del Estado ruso. Bajo el zarismo fue la conquista de una gran parte de Polonia, como también de los países baltos y Finlandia, los permanentes intentos de dominar los Balcanes y extenderse hasta el Bósforo, las guerras de conquista del Cáucaso y de Turquestán en Asia Central, etc.
El régimen stalinista restauró esta política imperialista de los zares rusos, participando con Alemania nazi en una repartición de Polonia en 1939-1941, anexando los Estados baltos y Besarabia rumana, e invadiendo Finlandia. Después de su victoria sobre Alemania en 1945, Rusia estableció su dominación sobre los Estados de Europa Oriental, derrocando en ellos el capitalismo, pero al mismo tiempo imponiendoles regímenes burocráticos satélites e interviniendo militarmente en ellos cuando las masas trabajadoras se levantaban contra estos regímenes opresivos, basados en la explotación de la clase obrera. Al mismo tiempo, en los años de posguerra, el imperialismo burocrático stalinista intentaba apropiarse de las provincias vecinas de China, Irán y Turquía el incluso de obtener Libia en fideicomiso de la ONU.
Ucrania es una de las mayores y más antiguas conquistas imperiales de Rusia, y los ucranianos eran uno de los pueblos colonizados y más ferozmente oprimidos. En una gran parte de Ucrania dominaban los grandes terratenientes polacos. Las primeras rebeliones ucranianas, fundamentalmente campesinas bajo la dirección político-militar de los cosacos contra el yugo polaco comenzaron ya a fines del siglo XVI. En el siglo XVII, durante la inmensa sublevación ucraniana contra el Estado polaco, se formó un Estado cosaco, basado en un campesinado libre que abolió el feudalismo. El imperio zarista destruyó este Estado en 1775 y con la repartición de Polonia entre Alemania, Austria y Rusia se apoderó de la mayor parte de las tierras ucranianas (una parte menor de ellas se encontraba bajo una dominación austríaca, mucho más liberal que la rusa).
Tras la restauración del Estado polaco en 1918 y la derrota de Rusia soviética en la guerra con Polonia en 1920, Ucrania se dividió entre la parte oriental, que era soviética, y la parte occidental, que pertenecía al Estado polaco, el cual restauró la opresión de la minoría nacional ucraniana. La opresión polaca se eliminó con el fin de la segunda guerra mundial y con la incorporación del conjunto de las tierras ucranianas a la URSS. En la Unión Soviética los ucranianos vivieron, en los anos veinte, un gran renacimiento nacional y cultural: ademas de derrocar la explotación de las masas ucranianas por los terratenientes y capitalistas rusos y polacos, el poder soviético reconoció, por primera vez en la historia, la lengua y la cultura ucranianas y las promovió en las fronteras de Ucrania soviética. Stalin acabó con estas conquistas históricas del pueblo ucraniano, sometiendo las masas campesinas a una política genocida durante la terrible hambruna de 1932-1933, exterminando la intelectualidad y la burocracia ucranianas e implantando una política feroz de rusificación, aunque manteniendo la lengua ucraniana como oficial en la república de Ucrania.
RM: Ucrania es, por lo tanto un caso de un pueblo históricamente oprimido.
Se levantó definitivamente contra su opresión nacional en 1991, separándose de la Unión Soviética que se caía y como lo hicieron los 14 otros mayores pueblos oprimidos no rusos, se constituyó como un Estado independiente. Fue un gran, aunque muy tardío acto de descolonización, esta vez en Europa misma, y un durisimo golpe asestando al imperialismo ruso. La nueva oligarquía rusa que se había formado sobre la base de la restauración capitalista jamás había perdonado al pueblo ucraniano el hecho de haberse separado y liberado de la dominación rusa. La recuperación de Ucrania por Rusia es vital para el restablecimiento del imperio ruso en su plena extensión territorial, lograda por este imperio bajo el poder tanto zarista como stalinista.
Es por esto que, desde 2014, Rusia anexó a Crimea, generó y apoyó militarmente un movimiento separatista en el Donbas y ahora ha desencadenado una guerra de conquista colonial de Ucrania. A Rusia lo ha apoyado políticamente una parte de la izquierda latinoamericana, como también europea y estadounidense. Esta izquierda, fijándose unilateral y ciegamente en el imperialismo norteamericano y en sus aliados de gran potencia, en la OTAN, vuelve la espalda a un pueblo que se ha liberado del yugo nacional y lucha heroicamente por su independencia. Ella apoya a un imperialismo tan opresor, explotador y criminal como cualquier otro, que es el imperialismo ruso.
La política putinista de expansión territorial, que consiste, con fines de conquista imperial, de fomentar y explotar los conflictos étnicos y los movimientos separatistas apoyados por las fuerzas o bandas armadas, es una repetición de la política de expansión de Alemania nazi. La propaganda putinista que presenta a Ucrania como un Estado nazi es una propaganda para los imbéciles que no faltan en el mundo, incluso en la izquierda. Ucrania es un raro Estado europeo en el cual en el parlamento no hay ni un solo diputado de extrema derecha (contrariamente a Rusia, donde los hay decenas de manera permanente desde hace treinta anos) y el único en la historia de Europa en el cual el presidente es de origen judío. Contrariamente a la autocracia policíaco-militar restablecida por Putin con una fachada parlamentaria, Ucrania es una democracia burguesa. Como muy bien decía León Trotsky, “mientras no tengamos todavía la fuerza para establecer el sistema de los consejos, nos situamos en el terreno de la democracia burguesa”.
RM: Como ves desde Polonia la resistencia del pueblo polaco. Lo que más se conoce por la prensa internacional es la actitud patriótica de Zelensky. El pueblo está resistiendo?. Qué formas toma esa resistencia, y que magnitud tiene.? En particular, que papel tienen las organizaciones obreras?.
El pueblo ucraniano comprende bien que lo que está en juego es su destino histórico como nación y por encima de las diferencias étnicas, lingüísticas y confesionales resiste de manera formidable, con y sin las armas. Lleva a cabo acciones de masas como bloqueos del los avances de los tanques y otros vehículos militares rusos o mítines de repudio a los militares rusos frente a los edificios administrativos tomados por ellos en las ciudades ocupadas. Estas resistencias de masas se autoconvocan en las comunidades. Son las mujeres las que juegan en ellas un papel muy importante, mientras que los hombres, además del ejército regular, sirven en las unidades armadas de defensa territorial que cooperan con el ejército. Pero los militares rusos responden cada vez más con las medidas de terror contra la población civil, ametrallándola y destruyendo deliberadamente sus viviendas y las infraestructuras urbanas, obligándola a huir de los centros urbanos. A Polonia ha llegado ya un millón de refugiados ucranianos. Los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso son cada vez más frecuentes y atroces.
Revista Movimiento: Sobre el movimiento pacifista, antiguerra, en Rusia. Es un tema similar, que fuerza tiene; que sabes sobre el papel del Partido Comunista y la izquierda rusa?.
El movimiento antiguerra en Rusia se amplía, aunque enfrenta una represión policíaca muy brutal e incluso bestial, así como elevadísimas penas de la cárcel a las cuales se somete a los que protestan contra la guerra. Rusia vuelve a las épocas de la represión tsarista y stalinista. El grado del valor que hace falta cobrar para atreverse a salir a las calles para protestar es tal que estos rusos, principalmente jóvenes, que protestan desafiando los aparatos policíacos en Rusia son dignos de la admiración de la misma manera que los ucranianos que enfrentan en su país al ejército invasor ruso. Los llamados “comunistas”, que son uno de los cuatro partidos representados en el parlamento de fachada ruso, son tan podridos como el régimen mismo. Supuestamente de “oposición”, son leales partidarios de todo lo que es una política imperialista rusa y ardientes portadores del chovinismo gran ruso. De los 60 diputados y senadores “comunistas” apenas tres de ellos, anteriormente tan partidarios del imperialismo ruso como sus demás camaradas, se han atrevido a oponerse a la guerra, pero, evidentemente, sin atreverse a llamar a las masas a protestar. En este ambiente del “comunismo” corrompido por el stalinismo y nacionalismo, la verdadera izquierda internacionalista rusa es minúscula y sin capacidad de movilizar a las masas.
Revista Movimiento: Arriesgas algún pronóstico sobre el desarrollo y desenlace de esta guerra?
Mi pronóstico sobre el desarrollo y desenlace de esta guerra es el siguiente. En principio, estamos ante la alternativa: o el ejército y el pueblo ucranianos derrotan al ejército ruso, lo que es muy difícil a lograr, dada la aplastante superioridad militar rusa – por ejemplo, el ejército ruso posee entre diez y quince veces más aviones y helicópteros de combate que el ejército ucraniano – o nos espera un nuevo Munich.
En 1938, en Munich, las grandes potencias occidentales, Francia y Gran Bretaña, entregaron de hecho a Checoslovaquia a Hitler, para evitar una guerra europea. La opresión de la minoría germanófona y la rebelión de la minoría alemana en los Sudetes checos sirvieron a Hitler a justificar su invasión de Checoslovaquia. Esta vez el papel de Checoslovaquia lo desempeña Ucrania, el de Hitler lo desempeña Putin, el de la minoría germanófona lo desepeña la minoría rusófona, el de los Sudetes lo desempeñan Crimea y el Donbas.
¿Qué pasaría si la historia se repitiera y el papel de entonces de Francia y Gran Bretaña lo jugaría la OTAN? Como la conquista de Checoslovaquia por Hitler, la conquista de Ucrania por Putin sería seguida por la invasión rusa de los tres Estados baltos – Estonia, Letonia y Lituania – y de Polonia. Las grandes potencias occidentales, aterrorizadas por la amenaza de Putin de desencadenar una guerra nuclear, abandonarían estos Estados, hoy miembros de la OTAN, a su suerte. Envalentonado por sus conquistas, el imperialism ruso, como el alemán en 1940, no se detendría en Europa Oriental sino que se enfrentaría a las potencias imperialistas occidentales, provocando la tercera guerra mundial, esta vez nuclear.
Lo que puede evitar un desenlace semejante, es decir, lo que puede asegurar la victoria del pueblo ucraniano sobre el ejército invasor ruso, es el derrocamiento del régimen despótico de Rusia por el movimiento democratico antiguerra ruso. Lo que se requiere entonces, para enfrentar la invasión rusa de Ucrania, es un poderoso movimiento mundial de solidaridad con la resistencia del pueblo de Ucrania y con el movimiento antiguerra ruso.