La 4ª transformación no supuso un cambio de modelo económico
Entrevista de Eric Toussaint realizada por Dora Villanueva, do mexicano La Jornada.
Ciudad de México.- La llamada cuarta transformación en México, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, no significó un cambio en el modelo económico como tal, solo se hicieron algunos ajustes políticos que se mantuvieron dentro de los límites del bienestar, pese a la existencia de una ventana de momento histórico para que el país ejerza su soberanía, según Éric Toussaint, vocero de la red internacional del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM).
Destacamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien inició su mandato en 2018 y finalizará en 2024, se ha comprometido a realizar la cuarta transformación de México. La primera transformación corresponde a las primeras décadas de la independencia, conquistada en 1821; la segunda corresponde a las reformas liberal y republicana del tercer cuarto del siglo XIX, bajo la presidencia de Benito Juárez; la tercera ocurrió durante la revolución mexicana iniciada en 1910 y especialmente durante 1934-1940, durante el mandato de Lázaro Cárdenas. La cuarta transformación pretendía poner fin a las políticas neoliberales que han dominado desde la década de 1980 y retomar y profundizar los caminos iniciados por las tres primeras transformaciones. [1]
«Esto no es una transformación real, es menos inhumanidad por parte del Estado», dice el historiador en entrevista con La Jornada sobre algunas de las políticas implementadas por la actual administración. Sin embargo, desde el punto de vista económico, «se mantiene dentro del mismo modelo, hay pequeños ajustes, pero la lógica no ha cambiado y creo que es muy preocupante».
El país perdió la oportunidad de aprovechar una «ventana histórica para actuar de manera soberana», porque con el alto precio del petróleo y la contradicción interimperialista -esta última entre el capitalismo chino, ruso y norteamericano- México podría tomar medidas para nacionalizar y socializar los servicios públicos como la electricidad, su sistema financiero y productivo, cree Toussaint.
Destaca que, a pesar de las amenazas de las eléctricas, México está en la mejor posición para cambiar su modelo económico y nacionalizar sus recursos “si realmente quiere transformarse, sino es más de lo mismo”. Este cambio va desde acabar con el desarrollo del país en términos de la economía americana, hasta la socialización de la banca.
“México ha dependido de su vecino del norte durante dos siglos. Si no hay una transformación más profunda para lograr un crecimiento más independiente, más soberano, más endógeno, entonces no hay transformación», apunta el portavoz del CADTM.
También agrega que, en general, las economías del mundo se encuentran en una situación que muestra las deficiencias del «modelo neoliberal implementado por el Fondo Monetario Internacional (FMI)», ya que, además de una veintena de países que están en default parcial en el pago de sus deudas, varios otros están al borde de esta situación.
Por ejemplo, Ucrania, «que tiene una deuda con el FMI de más de 15 mil millones de dólares, y como no está en condiciones de pagar, dada la guerra, llegó a un acuerdo con el Banco Mundial para recibir una crédito de 8 mil millones de dólares para mantener los pagos», explica el historiador.
“Todos los elementos de una gran crisis están presentes, pero aún no ha estallado una nueva crisis de pago de la deuda”, advierte. Depende de cómo se muevan los bancos centrales de Estados Unidos y la Unión Europea, pero aún habrá una salida de capitales y varias economías endeudadas por la pandemia podrían desestabilizarse, cree.
En este sentido, es necesario que los países dependan menos de la deuda externa e interna a través de una política fiscal justa que retenga impuestos de las empresas más ricas y las grandes transnacionales, así como que la banca se mantenga como un servicio público y no como un negocio. “Es muy importante permitir que los agricultores tengan acceso al crédito a tasas de interés muy bajas”, explica Toussaint.
Lo mismo con la energía, «para hacer algo mejor que cuando se nacionalizó», no sólo para darle el control al Estado, sino «para que los usuarios y la sociedad controlen las empresas para evitar la burocratización y proyectos no muy adaptados a la población». Incluso en la producción, promover unidades pequeñas más cerca de donde las personas consumen energía para evitar el desperdicio.