Entrevista con Karina Nohales acerca del plebiscito constitucional y la campaña por el “apruebo”

Entrevista con Karina Nohales acerca del plebiscito constitucional y la campaña por el “apruebo”

Mañana, 4, el pueblo chileno saldrá a las urnas para participar del plebiscito constitucional.

Júlio Pontes e Karina Nohales 3 set 2022, 13:51

Encuentro Karina Nohales en 20 de julio en la Ciudad de México, en la calle Emiliano Zapata 47 – Portales Oriente, donde esta ubicada la sede de la Organización Nacional del Poder Popular (ONPP). Hubo una actividad con Karina sobre el levantamiento popular en Chile y la nueva Constitución. Junto a la ONPP, la Coordinadora Socialista Revolucionaria (CSR) y la Coordinadora Nacional de Usuarios en Resistencia (CONUR) convocaron el conversatorio. Al finalizar la actividad tuve la oportunidad de entrevistar a Karina Nohales. ¡Buena lectura!

Karina Nohales (Coordinadora Feminista 8m – Chile) y Tania Valadez (Coordinadora Socialista Revolucionaria – México). Foto: Júlio Pontes.

Revista Movimento –  Karina, inicialmente, en nombre de la Revista Movimento, quiero agradecerte por la entrevista. Antes de comenzar, le pido que se presente a nuestros lectores.

Karina Nohales – Soy Karina Nohales. Soy vocera de la Coordinadora Feminista 8 de marzo. Soy además abogada laboralista y parte del equipo Constituyente de Alondra Carrillo, que es la constituyente de la Coordinadora Feminista 8 de marzo.

En América Latina, Chile se ha convertido en el laboratorio del neoliberalismo desde el golpe de Pinochet. En los últimos años, el modelo neoliberal chileno ha producido un cuadro de profunda desigualdad social, con privatizaciones de servicios públicos básicos, ajustes fiscales y desmantelamiento de derechos sociales. Aunque este modelo siempre ha enfrentado resistencias de la clase obrera y del pueblo chileno, como en el Levante de los Pingüinos (2006), en el levantamiento de universitarios contra las colegiaturas y el endeudamiento (2011) y en las manifestaciones feministas contra la violencia doméstica y la precariedad de trabajo (2018), fue en la explosión social de 2019 donde se alcanzó el nivel más alto de movilización social. Me gustaría que cuente un poco sobre este levantamiento histórico.

Sobre este levantamiento histórico, que en Chile hemos llamado revuelta popular, que comienza en octubre del 2019, lo que podemos decir es que se trata de un balance general, un balance superlativo que amplios sectores populares y de la clase trabajadora hacen acerca de lo que ha sido la experiencia vital durante tantas y largas décadas de neoliberalismo. Hay un balance que compromete el pasado, por supuesto este pasado y esta memoria de la dictadura y que compromete el futuro, la manera en que no queremos seguir viviendo y en que nos imaginamos esa vida que deseamos. Pero sobre todo, como sabemos, las grandes revueltas tienen su origen en la imposibilidad de seguir soportando condiciones de vida de permanente y creciente precarización, como ustedes señalan, y que se ha ido gestando, nosotras decimos la revuelta tiene historia, no es de un día para otro, no es un hecho espontáneo y casual, sino en un largo y sostenido ciclo de ascenso, de movilizaciones de masas, de las cuales el movimiento sindical, los pueblos originarios, el movimiento estudiantil, el movimiento por las pensiones, el movimiento socioambiental y sin duda, con marcada masividad el movimiento feminista, han contribuido como antecedentes directos. Pero este levantamiento no es una suma de movimientos o una suma de demandas que venían previamente sosteniéndose, sino que es un salto cualitativo que obliga al poder constituido a torcer la orientación fundamental que venían sosteniendo, que era excluir de manera deliberada de la participación política a todos los sectores populares.

 El 15 de noviembre de 2019, ensayando una salida a la crisis política y social, Piñera y el Congreso firmaron el “pacto social”, que aseguraba la realización de un plebiscito nacional para impulsar cambios constitucionales. Casi todos los políticos y partidos, incluido Boric en su momento, firmaron el “Acuerdo por la Paz Social y nueva Constitución”. ¿Qué estaba en juego? ¿Y qué análisis hace de este pacto?

En un momento de clímax de esta revuelta popular, casi un mes después de que la revuelta comenzara y que se había tornado realmente incontrolable desde el poder, en que fueron ensayadas muchas propuestas políticas desde el gobierno, que aparecía como concederse varias demandas sociales y el pueblo realmente, cada vez que el gobierno hablaba y ofrecía algo, contestaba con redoblada movilización, ya el gobierno de Sebastián Piñera deja la solución política en manos del Congreso. Y efectivamente, de manera de transversal, con la exclusión del partido comunista, todos los partidos políticos con representación parlamentaria, arriban entre gallos y medianoche, en una madrugada, a este acuerdo por la paz social y la nueva constitución. Nosotras dijimos que este es un acuerdo que nadie deseaba. No lo deseaban todos aquellos partidos que lo suscribieron pero que nunca quisieron cambiar la Constitución de Pinochet, y se estaban viendo obligados a ofrecer eso. No lo deseaban los partidos de izquierda con representación institucional que lo firmaron pero que incluso desde el principio se mostraron críticos con los términos y las condiciones de este acuerdo. Y tampoco lo deseaban los sectores populares que estaban movilizados y que fueron completamente excluidos de esta decisión. Y es por eso que este acuerdo expresa algo un poco más complejo que una apuesta desde el poder de cerrar por arriba lo que se había abierto por abajo. Expresaba en realidad todos los nudos que estaban en juego en una situación de tensión política brutal, que nadie era capaz de resolver. El movimiento social en general, y en particular la Coordinadora Feminista 8 de marzo, sostuvo una posición crítica respecto de este acuerdo, y la lectura fue la siguiente: este acuerdo que se llama acuerdo por la paz social y la nueva constitución tenía dos momentos: el momento de la paz social, que tenía un contenido muy preciso; y este contenido muy preciso era garantizar la impunidad para el gobierno criminal de Sebastián Piñera, que le declaró la guerra al pueblo y que desplegó una política de terrorismo de Estado y aprobar las leyes represivas que se impulsaron muy poquito después, desde el mes siguiente en el parlamento, ese era el contenido de la paz social. ¿Y por qué lo que decimos no es arbitrario? Porque el proceso constituyente en todo su cronograma estaba pensado para que finalizara en marzo del 2022, que era cuando Piñera abandonaba el poder, y la idea era que la nueva constitución llevara la firma de Sebastián Piñera, hasta tal punto se garantizaba su impunidad y que llegara hasta el final de su mandato. A cambio de esta paz social de impunidad y represión, que la izquierda debía conceder, la derecha concedía algo también, que aparecía como una concesión muy colosal para ellos, que era la posibilidad de cambiar la Constitución de Pinochet. Lo que estaba en juego era la necesidad de desactivar una revuelta que no lograba desactivarse. Al comienzo, cuando se anuncia y todo el pueblo se entera por televisión que este acuerdo es alcanzado por los partidos del parlamento, todas las asambleas territoriales, todos los espacios de organización que se levantaron al calor de la revuelta, todos los movimientos que estaban constituidos desde antes, se vuelcan a analizar el contenido de este acuerdo y la posición política frente al mismo, y eso produce grandes diferencias, que incluso en algunos momentos quiebran muchos de los espacios. En ese sentido, sí tiene un efecto nocivo desde el comienzo lo que ocurre con este acuerdo. Y de manera, yo diría mayoritaria, nadie se propone simplemente participar, eso viene después. Viene después de que comienza el confinamiento y que efectivamente entramos en un momento de desmovilización muy importante. Desmovilización, que por un lado nos hace sentir, ya no esa sensación de potencia de que cada cosa que nos proponíamos el pueblo podía ir por más, esa sensación y esa actitud estuvo presente, eso ya no lo teníamos, producto de la desmovilización. Pero al mismo tiempo tuvimos tiempo, en el contexto de confinamiento, de dar debates políticos mucho más acuciosos y sostenidos en el seno de las organizaciones, justamente también por la desmovilización. Finalmente, son amplios los sectores de la izquierda no institucional y del movimiento social que deciden disputar.

 Fruto de ese proceso, en 2021, la explosión fue a las urnas e impuso una derrota sobre todo a Sebastián Piñera en las elecciones a la Asamblea Constituyente. Los independientes y la lista Apruebo Dignidad (sectores de izquierda del Partido Comunista, Frente Amplio y Partido por la Igualdad) conformaron, en ese momento, la mayoría en la Asamblea Constituyente, que redactaría la nueva propuesta de Constitución de Chile. ¿Cuál es el significado de esta victoria y en qué nivel respondió a la emergencia en las calles?

Bueno, la revuelta en Chile fue una revuelta contra el modelo neoliberal y sus condiciones brutales de precarización de la vida. Pero también fue una revuelta que tuvo un contenido importante de crisis de representación, de impugnación a todas las representaciones políticas que hemos conocido en estos 30 años. Esa impugnación a la representación, a veces alcanzaba también a la izquierda, en el sentido de que también tuvo un fuerte contenido anti partidos, que es un contenido que puede tornarse peligroso también. La elección de constituyentes aparece como esta elección en que el pueblo podía elegir a gente que no era de partidos políticos, y por esa vía entran muchísimos sectores independientes de izquierda, de movimientos sociales, de la lista del pueblo, pero también algunos que otros aventureros sueltos, y también listas de independientes que eran de gente que había sido de los partidos de la concertación. Hay un boom de independientes en general, aunque los que predominan son los de izquierda. Por otro lado, los partidos de la ex concertación sufren una derrota importante en las urnas. La Democracia Cristiana, uno de los partidos más importantes de estos 30 años, que condujo la transición democrática, que tuvo los dos primeros gobiernos post dictatoriales, y que hasta hoy tiene una representación importante en el congreso, obtuvo un constituyente, solo. Y el partido socialista, si bien obtuvo una bancada, fue bastante menor a lo que su representación en el poder constituido ha sido todos estos años e incluso en la actualidad. Y junto con los independientes, por supuesto el Frente Amplio y el Partido Comunista, que son actualmente gobierno, logran una bancada bastante numerosa. Este resultado, que efectivamente es una victoria, responde sin duda a la revuelta, pero sobre todo a la posibilidad de que en esta elección participaran representaciones políticas que no fueran exclusivamente partidos legales. Esa posibilidad hizo que muchísima gente, no solo tuviera interés en votar, sino que fuera directamente a votar por quienes consideraban iban a ser leales, fieles y restos con el mandato popular que se había presentado en las calles.

El movimiento feminista tuvo un papel protagónico en el levantamiento de 2019, en la lucha contra la represión y en las asambleas barriales. En las elecciones constituyentes, la Coordinadora Feminista 8M eligió cinco mujeres. La composición general de la asamblea, a su vez, indicó una paridad de género sin precedentes. Ahora, con la nueva propuesta de constitución redactada por la Convención Constituyente, ¿qué análisis hace del movimiento feminista chileno? ¿Qué ha avanzado de la lucha de las mujeres y dónde falta avanzar?

El rol del movimiento feminista en Chile, nosotros decimos que fue pre figurativo, en muchos sentidos, de lo que posteriormente sería el contenido de la revuelta. Incluso diría que fue un poco más allá, no tanto en su masividad inédita (ningún otro movimiento de logrado tal nivel de masividad) sino también en plantear como método de lucha la huelga general feminista, en un país donde no han existido, en casi medio siglo, huelgas generales; y en que la huelga es una herramienta muy muy agotada que no es parte de la experiencia política de la mayoría de la clase trabajadora. El feminismo, además, que ha logrado articularse en Chile, es reivindicativo abiertamente de un internacionalismo muy fuerte, y como movimiento ha sido posible sacar lecciones de cada uno de los desafíos del movimiento internacional que se han presentado en los últimos años. Efectivamente, el movimiento feminista entra con mucha fuerza a la convención constitucional y sobre todo entra con procesos previos de deliberación política, de construcción programática común transversal, es decir, dentro de las diversas corrientes feministas que existen por izquierda en el país se lograron instancias de coordinación que hacen que el comportamiento y la fuerza y legitimidad del movimiento feminista dentro de la convención constitucional sea monolítica, y sea, hasta cierto punto, incuestionable. Todas las iniciativas en materia feminista que se presentaron dentro de la convención fueron construidas como iniciativas populares de norma, de manera transversal por diversas organizaciones feministas, se logró constituir un colectivo entre constituyentes feministas, integrada por compañeras de distintas bancadas y se llegó con mucha claridad acerca de cuáles eran las centralidades que el feminismo quería disputar en esta convención. De esta manera, se logra establecer una paridad sin techo, es decir que al menos el 50% de los órganos del Estado que son colegiados, sean o no de elección popular, tiene que estar integrado por mujeres. Lo mismo en el sistema de partidos y en el sistema electoral. Se logran consagrar derechos sexuales y reproductivos, incluida la interrupción voluntaria del embarazo, que sigue siendo un delito en Chile en la mayoría de las causales; el reconocimiento de los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados; el derecho a una vida libre de violencia de género para mujeres y niñas; y al mismo tiempo, se expresa un feminismo, allí en la convención, que es incluyente en términos de diversidades y disidencias sexuales y de género, y que logra consagrar muchas normas a favor de las disidencias sexuales y de género, incluidos ese término, que hoy día está constitucionalizado, dentro de esta nueva constitución.

El encuentro y la encrucijada entre las calles y las urnas continuó hasta las elecciones presidenciales, con la disputa polarizada entre Boric y Kast. ¿Cuál fue el papel de los movimientos sociales en la derrota del Kast pinochetista? ¿Y cómo se veía en ese momento un posible gobierno de Boric?

Bueno, desde que comenzó la revuelta hasta ahora han tenido lugar, en Chile, cinco procesos electorales. El primer plebiscito de la nueva constitución, la elección de constituyentes, y además de eso se han renovado todas las autoridades de elección popular, gobernadores, presidente, parlamento, municipios etc. Entonces en un lapso muy breve de dos años hemos tenido cinco elecciones. La próxima elección, el 4 de septiembre, va a ser la sexta elección en este lapso tan breve de 2 años. En general, se han demostrado dos tendencias que creo que son importantes: una tiene que ver con que la participación electoral se ha mantenido en general baja, y esa abstención solo se ha revertido en algún en algunos eventos electorales. Esto quiere decir que los sectores populares no se han volcado ciegamente a la participación electoral, sino que han elegido, de manera muy detallada, cuáles sienten que son sus batallas electorales, y las que no, simplemente las ignoran. Es muy difícil decir que hay un vuelco hacia lo electoral. Pero allí donde el pueblo ha dicho: esta batalla electoral sí me compete y sí me interesa, y por tanto donde la participación ha crecido, claramente el resultado ha sido más malo para los sectores conservadores y más bueno para los sectores de izquierda. Y allí donde el pueblo ha dicho: siento que en esta elección no se juega nada para mi propio destino, y que por tanto la participación ha sido menor, a la derecha le ha ido mucho mejor. Eso es lo primero. Lo segundo, en la primera vuelta de la elección presidencial en noviembre del año 2021, la participación electoral fue muy baja. El candidato de la extrema derecha José Antonio Kast pasa en primer lugar a la segunda vuelta. Efectivamente, no hubo ningún sector ni movimiento social que se movilizara y que hiciera campaña por Gabriel boric para la primera vuelta. No solo por desinterés, también porque a mí me costaría mucho afirmar que existe una confianza popular profunda en el proyecto del Frente Amplio y en la figura de Gabriel Boric en particular. Solo cuando el pinochetismo pasa en primer lugar a la segunda vuelta empieza un trabajo de campaña muy fuerte por parte de todos aquellos sectores populares que no se movilizaron para la primera vuelta, con el objetivo de derrotar al pinochetismo en esta coyuntura electoral. Y eso se logra ¿Y cómo se logra? Se logra revirtiendo la abstención. Entre la primera y la segunda vuelta presidencial, la participación electoral crece en 1.200.000 votos (puede no sonar mucho, pero el electorado de Chile es poco numeroso), y se revierte la abstención electoral, ¿en qué sectores? En las zonas de sacrificio, es decir aquellas zonas devastadas por la actividad extractivista, en las mujeres de todas las edades, pero más marcadamente entre las mujeres de 35 a 52 años de edad, y en los barrios populares urbanos más pobres del país. Esos son los sectores que le dan el triunfo a Gabriel Boric, y le asestan una derrota en las urnas al candidato del pinochetismo. Y la pregunta clave con la que comienza el gobierno de Boric es: ¿en qué sectores va a decidir el gobierno de Boric sostenerse para gobernar? ¿En aquellos sectores populares más precarizados que hicieron posible su triunfo? ¿O en las fuerzas conservadoras que fueron impugnadas por ese mismo pueblo en el proceso de revuelta?

En enero de este año usted dijo que Chile dejó claro que las calles y las elecciones no van juntas y que, en determinadas circunstancias, abandonar una puede comprometer a la otra. Después de 4 meses del mandato de Boric, ¿cuál es su evaluación del gobierno? ¿El grito que sale de las calles es vocalizado por este gobierno?

En estos cuatro meses, el gobierno ha ido dando progresivamente señales y más señales de estar depositando su confianza y el porvenir de su mandato en diversos sectores de la ex concertación. Es difícil hacer una evaluación del gobierno en general. Hay medidas programáticas que son muy relevantes que, por un lado, dependen de la aprobación de la nueva constitución. No es posible separar el resultado o el futuro del proceso constituyente de la posibilidad programática de este gobierno. Y otras que, por otro lado, requieren tramitación parlamentaria que todavía no está en curso. Lo que podemos visualizar son tendencias, son orientaciones. Y el problema, yo creo que este es un problema más complejo y que interpela  el mismo movimiento popular, es: qué fuerzas organizadas existen realmente sobre las cuales este gobierno pudiera sostenerse si deseara impulsar una política de izquierda. Y yo creo que ese es un problema real, porque uno puede ser crítica respecto del gobierno actual, puede diferenciarse y mantenerse en un lugar de Independencia y autonomía de la izquierda que está representada en este gobierno. Pero también sabemos que si este gobierno termina siendo una concertación 2.0, que si este gobierno termina defraudando la expectativa popular sobre las demandas más urgentes que ha sido puestas sobre la mesa, lo más probable es que no tengamos una salida por izquierda, sino que estemos allanando el camino para que en la próxima elección presidencial gane la extrema derecha, que obtuvo un gran resultado en un contexto de revuelta. Por lo tanto, cuando nosotras decimos “queremos que al gobierno le vaya bien”, es algo que trasciende al gobierno, sino que compromete en un ciclo político la posibilidad de afirmar a la izquierda como una alternativa y la posibilidad de los movimientos sociales de constituir esa alternativa de izquierda también en autonomía de esta izquierda que gobierna. Por eso, la importancia de constituir movimientos fuertes en virtud de los cuales el gobierno pueda desplegar las demandas programáticas más urgentes para la población sin temer la respuesta de la derecha aparece como una urgencia y una necesidad que excede el interés de defender o no a un gobierno de turno. Y es un desafío construirlo. Muy difícil que sin esas condiciones el mismo gobierno de Boric no siga tornándose cada vez más hacia los sectores de la ex concertación.

El 4 de julio, la Comisión Constituyente de Chile entregó a Boric la nueva propuesta de Constitución de Chile. ¿Cuál es su valoración general de la propuesta y por qué es importante aprobarla en el plebiscito del 4 de septiembre?

La propuesta de nueva Constitución cumple un mandato general, un mandato general expresado en la revuelta, que es en la esfera jurídica desmontar el neoliberalismo, que en Chile está constitucionalizado. La nueva propuesta de Constitución pasa de un estado subsidiario, es decir de un estado que solo interviene en la economía, allí donde el privado no desea hacerlo, a un estado social y democrático de derechos que habilita la intervención del estado en una serie ideas sociales y derechos sociales que hoy día son campo exclusivo del mercado. Avanza en derechos sociales, consagra aspiraciones y reconocimientos a sectores históricamente excluidos de la población, y es importante aprobarla en el plebiscito del 4 de septiembre porque con el fin de la Constitución de Pinochet no se acaba ni se termina ninguna urgencia ni perspectiva o tarea política general. Sin embargo, poner fin a la Constitución de Pinochet, uno, que es algo absolutamente necesario de hacer; y dos, es algo que no nos lo regaló nadie, fue la revuelta popular la que hizo posible el fin de la Constitución de Pinochet. Y esa es una tarea que tienen que, así como empezaron,  terminar los pueblos organizados porque nadie más lo puede hacer en nuestro nombre. Por eso, el 4 de septiembre se completa una tarea hasta el final, acerca de esta nueva constitución que habilita efectivamente posibilidades no solo jurídicas o de derechos, sino organizativas para los sectores populares, partiendo por poner fin, por ejemplo, a todas aquellas materias constitucionales y legales que hoy día limitan el ejercicio de cuestiones como la sindicalización, la negociación colectiva y la huelga. Esta nueva constitución es una posibilidad también para reconstituir socialmente muchos aspectos organizativos y de lucha para la clase trabajadora.

 Desde el 6 de julio, oficialmente, se inició la campaña en torno al plebiscito constitucional. Las élites, los medios tradicionales y la derecha chilena, encabezada por “Chile Vamos”, lanzaron una ofensiva contra el proyecto de nueva Constitución. ¿Qué temen?

La derecha no es estúpida. Ellos saben que la mayoría de las cuestiones que se consagran en la nueva constitución son cuestiones de sentido común en cualquier régimen burgués. Saben que no es una constitución radical, si se quiere. No lo reconocen y dicen que esta es una constitución que es fruto de un proceso que fue impuesto por la violencia, refiriendose a la revuelta social. Que de alguna manera, en vez de ser el único proceso democrático con participación popular que ha existido para redactar una constitución en Chile, es todo lo contrario. Representa un proceso que es fruto de un secuestro de la democracia. Pero la pregunta real al qué temen, yo creo que no es jurídica, ni es institucional; ni siquiera es esta idea de perder sus privilegios, que por cierto van a ser tocados muchos de estos privilegios. Yo creo que la derecha sintió pánico en la revuelta. Yo creo que ellos nunca esperaron que el miedo y que esta sensación de poder cambiara de bando, y que ellos tuvieron miedo, ellos lograron sentir eso cuando un pueblo completo se desbordó y no puedo ser ni contenido por las decisiones políticas, ni contenido por las fuerzas policiales y militares. Y ellos saben que ese pueblo está ahí, que incluso en un contexto de desmovilización y lo que sea, esa experiencia que fue traumática para la burguesía en el país, no se puede volver a repetir, y que de una forma u otra esta Constitución expresa la posibilidad de recomponer en mejores términos esta relación de poder, que por unos instantes quedó como invertida en el contexto de la revuelta. Finalmente, lo que ellos sueñan y desean es desterrar la lucha de clases, y esta lucha de clases se les volvió a aparecer. Y eso es lo que temen. Y lo que ellos necesitan no es sólo derrotar una constitución, necesitan derrotar la iniciativa popular que hizo posible un cambio institucional. Necesitan asestarle una derrota moral al conjunto de estas fuerzas movilizadas.

Según una encuesta realizada por Cadem, la nueva Constitución cuenta actualmente con el 33% de aprobación de la población. Todo apunta a un referéndum indefinido y polarizado. ¿Cuál es el mayor desafío para que los movimientos sociales obtengan la aprobación para septiembre? ¿Cómo se encaja la Coordinadora Feminista del 8M en la campaña del “Yo apruebo”?

Es importante referir a las encuestas. Por supuesto, las encuestas responden también a intereses, y no se puede centrar la lectura de la sociedad en lo que las encuestas dicen pero tampoco es posible desatenderlas del todo. Para el primer plebiscito, las encuestas decían que el apruebo iba a ganar con más de un 70%. Y ganó efectivamente con un 78%. Para las elecciones presidenciales, las encuestas decían que el candidato de la extrema derecha iba a ganar la primera vuelta y que Gabriel Boric iba a ganar la segunda, y así fue. Por eso, si bien no hacemos política pensando las encuestas, no podemos ignorarlas. Y estamos preocupadas. Hay efectivamente un momento de mucha polarización, este referendum va a ser una disputa política abierta. Porque las encuestas también dan cuenta de que un sector muy muy mayoritario de la población, no tiene una posición firme sobre el apruebo o rechazo. Es decir, como dicen ellos, está muy líquido o volátil la intención de voto. ¿Qué es lo que tenemos en contra? Y en Brasil esto ustedes lo saben muy bien. Se ha desplegado, de una manera que nosotros no conocíamos antes en Chile, una campaña a nivel de los medios hegemónicos de comunicación, de fake news, que resulta muy muy difícil de contrarrestar y de desmentir, y la única manera de controvertir ese punto es un despliegue territorial, palmario, paciente pero tenemos muy poco tiempo para hacerlo, por abajo, en todos los barrios y en todos los territorios populares. Lo que nosotras hemos hecho es lo siguiente. Primero, un catastro electoral de todos aquellos municipios en que el porcentaje de electores es mayor, de todos aquellos municipios urbanos populares pobres en que se revirtió con fuerza la abstención electoral para la segunda vuelta presidencial y hemos organizado nuestro despliegue ahí. La Coordinadora Feminista 8 de marzo, en un lugar de iniciativa, se ha articulado con numerosos movimientos sociales inscribiendo de manera legal el comando para la campaña del apruebo más grande del país. Eso quiere decir dos cosas: que vamos a tener un espacio permanente en la franja de televisión que se transmite por todos los canales de televisión abierta durante un mes como movimientos sociales; así como organizar en todo el país un verdadero despliegue con sectores que tienen inserción social en todas aquellas comunas, barrios y municipios que aparecen como claves para volver a acertarle un golpe a los sectores neoliberales, un triunfo a los sectores populares basado en la confianza en nuestras propias fuerzas y capacidades de movilización. Nos parece absolutamente necesario y también posible lograrlo.

Boric afirmó que habrá un nuevo proceso constituyente si gana el “rechazo”, ¿cuál es su evaluación de esta afirmación?

Ha habido desde distintos sectores, particularmente desde los sectores de derecha que defienden el rechazo, esta idea de que rechazamos para reformar. O que rechazamos para proponer un nuevo proceso Constituyente, esta vez en manos de una comisión de expertos. Esta idea del rechazo con apellido supone que la derecha no puede decir abiertamente “yo rechazo porque defiendo la Constitución de Pinochet”. Entonces, buscan aparecer como un rechazo propositivo. A Boric le han preguntado, desde que asumió el gobierno, cuál es su posición frente a esta suerte de tercera vía, entre el apruebo y el rechazo. Él se negó a declarar algo al respecto hasta hace muy poquito. Hace muy poquitos días, cuando él dice, primero, que en Chile ya hubo un plebiscito en el pueblo aprobó que quería una nueva constitución, y que por lo tanto el imperativo histórico y la decisión popular ya no permite, en caso de que gane el rechazo, seguir con la misma constitución que teníamos. Y que por lo tanto, en caso de que gane el rechazo, era necesario convocar a un nuevo órgano constituyente que redacte todo de nuevo, una nueva constitución. Esa afirmación es muy problemática. Es problemática, en primer lugar, porque hay una alta indecisión en el voto. Y esta afirmación supone decirle a gente que está indecisa que puede rechazar tranquila, porque igual se puede convocar un nuevo proceso constituyente y no quedarnos con la Constitución de 1980. Por eso es problemática. Y en segundo lugar es problemático, porque Gabriel Boric no puede prometer un nuevo Proceso Constituyente. Un nuevo proceso Constituyente dependería de que el parlamento, una vez más, adopte un acuerdo de ese tipo. Un acuerdo que es extraordinario; un acuerdo que contiene un procedimiento que no está fijado la actual Constitución; un acuerdo que solo fue posible en un contexto de revuelta popular, que hoy día no existe; y un acuerdo por parte de un parlamento cuya composición actual es mucho más conservadora, después de las elecciones de noviembre, que la composición que tenía incluso el anterior parlamento, que pacta este acuerdo por la paz social y la nueva constitución. Dicho de otra manera, la evaluación de esta afirmación es: uno, no es posible asegurar lo que él ofrece, y en segundo lugar, brinda un campo de votación tranquila para quienes podrían estar por el rechazo. Una cosa más, nosotras lo hemos dicho con mucha claridad, en esta elección hay dos opciones: apruebo o Pinochet. No hay tercera vía. Y eso, realmente, es el único escenario que se presenta el 4 de septiembre, no otro.

 Finalmente, Karina, gracias nuevamente por la entrevista y le pido que envíe a nuestros lectores un mensaje final sobre las luchas de nuestro tiempo y cómo influencian en esta nueva situación latinoamericana.

Quisiera enviar un saludo a los compañeros y las compañeras de la revista Movimiento, también a sus lectores y lectoras, un saludo internacionalista en el convencimiento de que cada paso y cada logro que obtienen nuestros pueblos en cualquiera de nuestros países influencia y supone un avance para todos los demás. Estamos comprometidas en la lucha, y por erradicar finalmente el neoliberalismo de nuestros países y territorios, como una condición indispensable para firmar un proyecto de transformación radical de la vida. Esa vida que nos deben y hacia la que vamos caminando juntos y juntas.

Júlio Pontes (Revista Movimento) y Karina Nohales (Coordinadora Feminista 8M).

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