La guerra en profundidad: ¿una nueva escalada global?
La pandemia ha cambiado el escenario mundial en los últimos dos años y la guerra profundiza las contradicciones a escala planetaria.
Tras entrar en una nueva fase, la guerra de Ucrania vuelve a traer el pánico al conjunto del planeta. La confirmación por parte de los gobiernos de Finlandia y Suecia para unirse de inmediato a la OTAN creó un nuevo hecho global. La respuesta de Putin, que corre el riesgo de ver a sus tropas en un atolladero en la invasión, no deja dudas sobre la gravedad de la situación. Su ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, volvió a hablar de “la tercera guerra mundial”. En represalia, Rusia expulsó a decenas de diplomáticos de España, Francia e Italia, entre otros países.
Por otro lado, los efectos de la guerra “profunda”, que se prolonga, traen riesgos reales para la estabilidad de varios países, incluidas las potencias. La inflación sigue aumentando. Como escribió el editorial del 19 de mayo en el periódico Valor Econômico: “El hambre se está extendiendo por todo el mundo y se está convirtiendo en un problema global, ya que la invasión de Rusia a Ucrania no tiene fecha de finalización y las negociaciones para eso ni siquiera continúan”.
90 días de agresión rusa
Las cifras oficiales y no oficiales muestran una Ucrania devastada, pero resistente. Según el jefe de la misión de seguimiento de la ONU en el país, el número de víctimas supera con creces las casi 4.000 oficialmente mencionadas, sobre todo por los combates en la región de Mariupol.
La lucha continúa en todo el país. Rusia ha utilizado destacamentos especiales, como los chechenos y las milicias que soportan la guerra civil siria, para controlar toda la frontera y la cercana región de Donbass. Se combinan nuevos signos del expansionismo ruso, como la acción sobre Moldavia y la programación de un plebiscito para recuperar el control de Osetia del Sur. La resistencia civil ucraniana está realizando un hercúleo combate para defender sus posiciones. Como describe Gilbert Achcar en su último artículo de opinión:
“El pueblo ucraniano libra una guerra justa contra una invasión imperialista y por lo tanto merece nuestro apoyo. Su derecho a la autodeterminación sobre el terreno es válido frente a Rusia, así como con respecto a su decisión de luchar. Él es el único que debería poder decidir si seguir luchando o aceptar cualquier solución de compromiso que se ponga sobre la alfombra”.
La guerra exacerba las contradicciones de cada época en que vivimos. La pandemia que ha cambiado el escenario mundial en los últimos dos años -y aún amenaza a zonas enteras de China- ha traído consigo una situación de mayor inestabilidad. La guerra profundiza esta condición a escala planetaria.
Del teatro de operaciones a la “guerra de precios”
La guerra trajo a Europa la puerta de entrada a la escalada de los conflictos bélicos. Las tensiones aumentan y sitúan a Europa en el centro de acontecimientos y enormes contradicciones. El tema de los refugiados e inmigrantes, que había polarizado el panorama europeo durante años, reaparece con intensidad.
Los precios altísimos crean una enorme crisis alimentaria. El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, advirtió del riesgo de una caída repentina del poder adquisitivo de los salarios. Y la crisis se retroalimenta en espiral. La producción de alimentos y fertilizantes iniciada en Europa del Este se retractó después de casi tres meses de guerra.
Algunos países ya han tenido levantamientos debido al aumento del costo de la vida, especialmente el combustible y los alimentos. Hubo protestas en Irak, Albania y el gran levantamiento en Sri Lanka. Ante el recrudecimiento de la crisis económica, ante la imposibilidad de pagar la deuda externa, que asciende a US$ 51 mil millones, las masas salieron a las calles, y tras un histórico paro general, hubo una “jornada de furia” que rodeó la sede del gobierno, resultando en la muerte de un diputado y la caída del Primer Ministro Mahinda Rajapaksa.
La falta de una perspectiva del resultado de la guerra en el horizonte genera incertidumbres y crisis. Lo que está claro es el reordenamiento global de los actores políticos, nuevas convulsiones sociales y una mayor polarización, con los pobres del mundo pagando el “precio de la guerra”.
En Brasil, ese proceso ya está en marcha: la crisis de los fertilizantes conduce a una mayor ofensiva de los garimpeiros en tierras indígenas; el pulso con los aumentos de combustibles, que llevó a la caída del presidente de Petrobras y del ministro Bento Albuquerque; y la explosión de la inflación, que ha alcanzado los niveles más altos en tres décadas, es decir, el pico desde el inicio del Plan Real.
Iniciativas necesarias
Es necesario tener una política para intervenir en esta realidad, tanto en términos de solidaridad internacional como para combatir los efectos de la crisis en Brasil. En el frente internacional, ampliamos nuestra presencia en solidaridad con la lucha del pueblo ucraniano: estuvimos con una delegación en Europa del Este, interactuamos con sindicalistas que iban en el tren a Lviv. La nueva edición de la Revista Movimento es especial sobre la guerra, con entrevistas exclusivas y artículos sobre la resistencia ucraniana y la posición de la IV Internacional. Una nueva delegación de nuestra dirección estará presente en el congreso de la izquierda polaca a mediados de junio. Seguiremos actuando para combatir las posiciones campistas y presentar un programa alternativo, sobre la base de un nuevo programa de transición.
Al mismo tiempo, a nivel nacional, la mejor manera de combatir los efectos de la guerra es actuar para sacar al heraldo de la extrema derecha, responsable del genocidio en el país, Jair Bolsonaro: ¡es necesario derrotarlo en las calles y en las urnas! En cuanto a los precios de los combustibles, es necesario acabar con la política de paridad de importaciones y defender una Petrobras 100% pública y estatal, así como un plan alternativo que ataque la inflación, imponga impuestos a los multimillonarios y construya otro camino para el pueblo brasileño.
Israel Dutra Secretario General del PSOL, es sociólogo, miembro de la Dirección Nacional del partido y del Movimiento de Izquierda Socialista (MES).
Thiago Aguiar es Doctor en Sociología (USP).