Francisco y la Iglesia
Foto: Papa Francisco. (GI/Reprodução) La muerte del primer papa jesuita y latinoamericano fue mundialmente destacada. Fue visto como contrario al pensamiento ultraderechista de líderes como Trump y Netanyahu. La derecha neofascista amenaza con racismo, guerras, machismo, persecución de inmigrantes, medidas totalitarias, autoritarismo y negacionismo climático. Francisco hizo encíclicas y declaraciones progresivas contrapuestas sobre estos temas, […]
Foto: Papa Francisco. (GI/Reprodução)
La muerte del primer papa jesuita y latinoamericano fue mundialmente destacada. Fue visto como contrario al pensamiento ultraderechista de líderes como Trump y Netanyahu. La derecha neofascista amenaza con racismo, guerras, machismo, persecución de inmigrantes, medidas totalitarias, autoritarismo y negacionismo climático. Francisco hizo encíclicas y declaraciones progresivas contrapuestas sobre estos temas, defendiendo a los más pobres y sensibilizando a amplios sectores sociales.
Es importante reflexionar en la izquierda y hacer un análisis realista, objetivo, usando como método el materialismo dialéctico. Desde esta visión no se puede decir que, durante el papado de Francisco, la iglesia ha cambiado de ser una institución reaccionaria a una progresiva. Algunas organizaciones e individuos de izquierda han promovido esta idea, creando confusión sobre un supuesto cambio en la doctrina de la iglesia.
Nahuel Moreno afirmaba que la iglesia tiene un gran poder de adaptación. Así fue como jugó su papel en época de los últimos emperadores romanos, fue institución clave en el feudalismo recaudando los impuestos y fortaleciendo su riqueza. Con el avenir del capitalismo sufrió la gran crisis y su ruptura en manos del reformador Lutero, se debilitó aun más con el iluminismo, pero sobrevivió adaptándose al entonces nuevo sistema. También lo hizo tras la revolución rusa y convivió con los estados obreros, ayudando cuando pudo a la restauración capitalista. El papa polaco Wojtyła (Juan Pablo II) fue crucial en la transición al capitalismo en Polonia.
El papa Francisco (2013-2025) lideró la Iglesia Católica durante un periodo marcado por los efectos de la crisis financiera de 2008 y las posteriores oleadas de protesta que surgieron, como las revoluciones árabes, el movimiento feminista, las movilizaciones de los indignados, las protestas por George Floyd y el levantamiento de junio de 2013 en Brasil, entre otras. Su papado reflejó una estrategia de adaptación a este contexto de crisis multidimensional y a la pérdida de fieles ocasionada por los escándalos de abuso sexual cometidos por miembros del clero.
En este contexto, Francisco se enfrentó a la ola ultraconservadora que emergió posteriormente, aunque sin alterar la esencia ni la doctrina fundamental de la Iglesia. Esto se evidencia en su postura contra el aborto, la eutanasia, el celibato y el rol subordinado de las mujeres, quienes todavía no pueden acceder al sacerdocio a pesar de ciertos avances en su integración en las estructuras del Vaticano. En otras palabras, la Iglesia preservó su carácter tradicional, sin transformaciones sustanciales en su doctrina.
No es casual que Francisco, a pesar de sus posiciones progresistas, no desempeñara un papel geopolítico progresivo y destacado en los conflictos globales. Su intervención más notable podría ser su visita a Cuba, que facilitó un cambio en la política estadounidense hacia el embargo bajo la administración de Obama. A diferencia de papas anteriores, como Wojtyla, quien desempeñó un papel reaccionario clave en la restauración capitalista y en el conflicto de las Malvinas al instar a la desmovilización argentina antes de la rendición, Francisco no lideró acciones progresivas de similar impacto en la escena global.
Es que, desde la cúpula de la iglesia no se puede ser un transformador social. Los hubo surgidos de la iglesia como Camilo Torres en Colombia que encabezó la lucha guerrillera sin someterse a la jerarquía de la iglesia. Hay más Camilos en la historia reciente, pero la revolución social, única herramienta para salvarnos de la crisis que vivimos, pasa por la autoorganización de los trabajadores y oprimidos y la construcción de una organización anticapitalista e internacionalista.