De las articulaciones políticas a la campaña electoral
Es necesario combatir la crisis social y apostar por una estrategia para derrotar al bolsonarismo en las calles y en las urnas.
El período de debate preelectoral entra en una nueva fase. El sábado (7), en São Paulo, se presentó la fórmula Lula-Alckmin. El PSOL definió su posición en una conferencia electoral el día 30. Nuestra corriente también publicó una nota con su posición sobre estos hechos. Lo cierto es que el tiempo político se acelera.
Bolsonaro endurece su discurso y apuesta a la polarización, como ya hizo el 1 de mayo, de cara a una fecha histórica para la clase obrera, para hacer su discurso golpista y de defensa del fascista Daniel Silveira. Mientras tanto, las articulaciones continúan en los estados, la tercera vía se deshidrata, el “mercado” de la política se agita.
En el Brasil real, la inflación alcanza un récord. El combustible se dispara, motivado por la coyuntura internacional, dando lugar a un escenario de mayor inestabilidad. La crisis social se percibe en las grandes ciudades, con el aumento exponencial de la población sin hogar. El endeudamiento de las familias es el más alto en 26 años. Brasil tiene la tercera tasa de inflación más alta del continente, solo detrás de Venezuela y Argentina.
Desde ahora hasta el período de convenciones partidarias, vamos a reanimar el clima electoral, en un plan de combate a la crisis social y con la necesidad de encontrar una estrategia adecuada para derrotar al bolsonarismo en las calles y en las urnas.
Bolsonaro en modo electoral
Bolsonaro adoptó una estrategia clara para mantenerse en el poder. Necesita construir una narrativa sólida para blindar su base social ante la crisis económica y social. Para ello, trabaja en tres frentes principales: unir al “centrão” con amplios sectores del personal militar, con beneficios materiales, brindando el lastre necesario para la disputa; desviar la indignación social hacia una narrativa que la proteja del aumento de precios; y, finalmente, elevar el tono de la agitación golpista para movilizar a su base para llegar a la segunda vuelta con “la frente en alto”.
La revelación de los valores destinados a los militares es escandalosa. Bolsonaro usó el caso de Daniel Silveira para poner en un segundo plano las denuncias presentadas por Miriam Leitão sobre documentos confidenciales relacionados con la dictadura militar. La alianza del gobierno tiene como núcleo principal el centro y parte de los militares, ampliándose a sectores milicianos del crimen organizado, parte de la policía estatal, cumbres de grandes iglesias evangélicas y el sector más atrasado de la agroindustria: esta es su base para las próximas batallas.
Tras el caso Daniel Silveira, el bolsonarismo utiliza las redes sociales y otros canales de comunicación para su línea de “agrupar y polarizar”. La salida de escena de Moro devolvió a una parte de los votantes más derechistas al camino del bolsonarismo. Las constantes declaraciones contra el STF y la puesta bajo sospecha de las máquinas de votación electrónica allanan el camino para esta estrategia.
Por otro lado, Bolsonaro está tratando de encontrar formas de “eludir” la crisis económica: despidió al presidente de Petrobras y ahora al ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, para que sirvieran de chivos expiatorios de la política de precios favorable al rentismo de la empresa, ya que casi el 70% de los brasileños creen que Bolsonaro es responsable de la inflación. Utiliza este discurso para sus grupos que intentan desligarse de la ira que se extiende entre camioneros, conductores, trabajadores de aplicaciones y otros.
La “tercera vía” a la deriva, Lula y la concertación nacional
El fracaso de la tercera vía se destaca, a su vez, con la ruptura del acuerdo anunciado que sería firmado el 18 de mayo entre MDB, PSDB, Cidadania y União Brasil. Los “tucanes” (PSDB) abandonan a Doria y Luciano Bivar dice que ya no aceptará una candidatura “única”. La presión ya está haciendo que los empresarios consideren apoyar a Lula en primer lugar; mientras que los candidatos de União Brasil do Centro-Oeste ya se declaran bolsonaristas. El espacio alternativo para una tercera vía disminuye.
Lula, en cambio, sigue su camino a la derecha: selló una alianza que debe ser el embrión de un gobierno de unidad nacional. Alckmin es la nueva “carta al pueblo brasileño”. En el frente económico, además de tímidas medidas, la definición programática de Lula es continuar con el mismo presidente del Banco Central y adoptar una línea de “ajuste más suave”, sin resolver los grandes problemas del país. La decadencia brasileña no se resolverá con un nuevo gobierno de acuerdo nacional.
Pero hay que separar un voto anti-Bolsonaro de embarcarse en un gobierno de acuerdo nacional. Sabemos que en la situación actual, en la que se erosionan los ingresos de las familias y Bolsonaro aumenta sus amenazas de golpe, hay un amplio movimiento de casi dos tercios de los brasileños -un número aún mayor entre las capas más populares- que no quieren nada más que acabar con la pesadilla que es el gobierno genocida. Nuestra indicación de votar por Lula va en esa dirección, pero no basta con votar: será necesario organizar la lucha contra el bolsonarismo y el empeoramiento de las condiciones de vida.
Nuestras tareas en este escenario
La polarización está en el aire. La acción de los grupos nazis en Campinas, la actividad racista dentro del Consejo Deliberante de São Paulo y en el metro de São Paulo (con una respuesta a la altura de la concejala Luana Alves y la bancada del PSOL) indican la temperatura de la disputa. Organizar la lucha contra el bolsonarismo va mucho más allá de las urnas. Necesitamos organizarnos para una lucha de masas contra el fascismo y sus diversas expresiones.
Desde el punto de vista del PSOL, a pesar de que la mayoría de la dirección del partido ha optado por una postura no altiva, seguiremos defendiendo nuestras banderas. Participar en actividades con perfil e identidad propios. Y peleando para que el partido tenga candidatos para gobiernos estaduales, como en São Paulo, donde esa definición se dará en pocas semanas.
Por eso, nos conectamos con las luchas en curso: de las categorías de servidores públicos en varias ciudades del país; de enfermería y agentes de salud por sus derechos; de estudiantes de secundaria de todo el país que realizan su congreso nacional en Brasilia. Además de entrar en el debate programático, para señalar soluciones de fondo para la clase obrera y las masas populares, lucharemos por reelegir las posiciones de la izquierda socialista y avanzar en la lucha contra los multimillonarios, contra el hambre, por la defensa de los territorios indígenas, contra la minería y contra los altos precios, en particular denunciando la política de paridad de precios internacionales de Petrobras, ¡que debe ser detenida de inmediato!