¿Qué expresaron las urnas en las elecciones paraguayas?
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¿Qué expresaron las urnas en las elecciones paraguayas?

Directamente desde Paraguay, un análisis de las recientes elecciones presidenciales y las tendencias de la izquierda en el país

En la víspera del 1 de mayo, los paraguayos acudieron a las urnas para las elecciones legislativas y presidenciales. La participación en el proceso electoral fue histórica, con un porcentaje de participación muy superior al tradicional. Logrando una tasa de asistencia superior al 63%. Algo inédito en Paraguay. Tanto en las noticias, a lo largo del día, como en las conversaciones que tuvimos, personalmente, con militantes del partido e inspectores de mesa, se mencionó este hecho. Sin embargo, al igual que las encuestas, la mayor participación popular no contribuyó a un voto progresista. Sin embargo, nadie se atrevió a evaluar las razones del aumento de la participación popular en las elecciones. El día de las elecciones transcurrió sin incidentes, con la excepción de algunas escaramuzas entre militantes colorados y aliancistas sobre la composición de las mesas de escrutinio en algunos colegios electorales de otros departamentos.

Hubo una cierta ralentización en el flujo de votaciones provocada por el hecho de que muchos votantes no sabían cómo operar la máquina de votación electrónica, ya que esta era la segunda elección que Paraguay usaba la máquina de votación electrónica, además de que era necesario para reubicar a votantes de secciones, debido a un incendio ocurrido a finales de septiembre de 2022, en uno de los edificios de la justicia electoral de Paraguay, que destruyó miles de máquinas de votación electrónica que se utilizarían para las elecciones de este año.

Algo que nos quedó claro durante esta visita militante fue lo poco que sabemos de política y luchas en nuestro país vecino. Hay muy poca información en la prensa tradicional, así como en las redes.

1) La continuidad de la hegemonía colorada: El resultado de la elección se materializó con una contundente victoria del Partido Colorado, que aun desgastado por acusaciones de corrupción y deserciones públicas, eligió a Santiago Peña presidente del país con el 43% de los votos en contra. 27,5% por Efraín Alegre de la Concertación Nacional (frente amplio integrado por 14 partidos). Paraguayo Cubas o como es más conocido Payo Cubas del Partido de la Cruz Nacional obtuvo el 23% y Santiago Peña afirmó, en su declaración de victoria, que el pueblo paraguayo optó por “el diálogo, la fraternidad y la paz”. Sin embargo, estas palabras “cliché” no explican en absoluto la victoria de Colorada, ni tampoco los números de los institutos de investigación que ni siquiera se acercaron a captar la intención de la mayoría de los paraguayos en las urnas. Por eso, no es menos importante caracterizar la victoria de Peña a través de los ojos de la poderosa maquinaria del Partido Colorado, en el poder desde hace 70 años (con excepción de 2008-2012), que cuenta con más de 2,6 millones de afiliados (frente a 4,8 millones de votantes), con una gran cantidad de empleados en el aparato estatal y partidario, sin mencionar toda la estructura y logística para la movilización y compra de votos.

La sociedad paraguaya es extremadamente desigual, incluso más que la sociedad brasileña, y el Partido Colorado viene sufriendo un desgaste político importante desde la elección de Mario Abdo en 2018. Sin embargo, ese desgaste no fue suficiente para acabar con la hegemonía del Partido Colorado en Paraguay. Esta hegemonía se construyó a lo largo de casi un siglo, período en el que el partido se entrelazó con el propio Estado paraguayo. Hoy, como ya se mencionó anteriormente, aproximadamente el 70% de los servidores públicos en Paraguay están afiliados al Partido Colorado, que controla no solo los cargos políticos, sino también la gran mayoría de los cargos administrativos del Estado en los más diversos ámbitos. El partido se ha arraigado en el aparato estatal de tal manera que es difícil distinguir dónde empieza el Estado paraguayo y dónde termina la voluntad política del partido.

Además de este entrelazamiento con el Estado, tenemos el hecho de que la gran burguesía paraguaya y brasileña se reconoce en el Partido Colorado, incluida la burguesía que mantiene estrechas relaciones y negocios con sectores criminales como el narcotráfico.

Horácio Cartez, expresidente paraguayo (2013 a 2018), uno de los hombres más ricos del país, dueño de inmensas extensiones de tierra, bancos y empresas, patrocinó política y económicamente la candidatura de Peña. Cartez, a quien se le prohibió ingresar a EE. UU. en 2018 y sus bienes fueron bloqueados en ese país porque oficialmente fue tildado de corrupto por el gobierno de EE. UU., lideró el movimiento interno del Partido Colorado denominado “Honor Colorado” que postuló, desde un principio , el nombre de Peña como candidato a presidente.

Entonces, con tanto poder a sus espaldas y 70 años de hegemonía política, el desafío de vencer a Peña en esta elección era inmenso. Quien se propuso a encarar este desafío – por lo menos desde el discurso – fue la coalición “Concertación para um Nuevo Paraguay”, también llamada Alianza o Concertación Nacional, sin embargo…

2) El fracaso de la candidatura de Efraín Alegre. La Concertación es un frente muy amplio formado por más de una decena de partidos y movimientos que varían en el espectro político, desde la derecha tradicional hasta la izquierda socialdemócrata. Incluidos algunos partidos que integran el Frente Guasu del expresidente Lugo. La Concertación presentó como candidato a presidente al político Efraín Alegre, que fue ministro de Lugo y como candidata a vice, a la exministra de Horario Cartes, Soledad Núñes. La presencia de Núñes en la boleta fue cuestionada por sectores del Frente Guasu, siendo una de las razones por las que Convergência Socialista, el partido que conforma el Frente Guasu, rompió con la Concertación a finales del segundo semestre de 2022.

Hablando con algunos votantes paraguayos durante el día de las elecciones, cuando se les preguntó quién creía que ganaría las elecciones, escuchamos respuestas como “¡No importa! ¡De una forma u otra, Cartes ganará! ¡Él financia a ambos lados!” Es decir, además de flexibilizar el programa de la Concertación, que no se presentaba como una posibilidad real de cambio para el elector paraguayo, la presencia de un ex ministro de Cartes en la boleta hizo que el elector viera las dos candidaturas, si no como iguales, al menos como muy cercanos. ¡Y ambos, en boca del electorado, financiados por Cartes! Un tremendo error estratégico, que resultó en un desastre, como veremos más adelante, porque el amplísimo frente construido por la Concertación Nacional, resultó ser un fracaso político, programático y electoral. No poder, contrariamente a algunas proyecciones, acabar con la hegemonía colorada y, peor aún, no haberse presentado como una verdadera oposición, abrió espacio para que Payo lo hiciera.

3) Payo Cubas, el “Bolsonaro paraguayo polemista”: Payo Cubas, a pesar de presentarse como un antisistema, tiene una larga trayectoria política, ya fue diputado y senador, habiendo sido revocado su mandato en 2019 tras conflictos al interior del Senado paraguayo y por pedir la muerte de 100.000 brasileños en Paraguay, número que, según él, son bandidos brasileños en territorio paraguayo. Payo Cubas fue, en cierto modo, la gran sorpresa del proceso electoral. Una sorpresa no tan sorprendente para nosotros los brasileños que ya vivimos el fenómeno del bolsonarismo en 2018.

Los datos estadísticos ya mencionados en el punto 01 no lo explican todo, pero entendemos que vale la pena hacer un preámbulo entre el 43% de los votos del Partido Colorado y el 23% de Payo Cubas, un pintoresco candidato de extrema derecha que presenta a sí mismo como una alternativa antisistema. Es decir, se puede deducir que la mayoría de votantes equipados y comprometidos con el Partido Colorado hicieron los deberes. Por otro lado, Paraguay tiene 6,7 millones de habitantes y al menos el 23,5% vive por debajo de la línea de pobreza. En cierto modo, la lógica lleva a este sector precario y empobrecido a buscar soluciones en la oposición. Por tanto, es posible entender el alcance electoral de una candidatura como la de Cubas, quien se pronuncia como “antisistema”. Aunque en la práctica defiende ideas reaccionarias y descabelladas, iguales o peores que el bolsonarismo brasileño.

No es que Payo Cubas haya captado las esperanzas de los más pobres. Sin embargo, obtuvo la mayor parte de los votos de indignación, principalmente de una gran parte de la juventud. Por ello, es necesario avanzar en una caracterización concreta de cómo un minúsculo partido de extrema derecha recién formado, como es la Cruzada Nacional de Cubas, obtuvo el 23% de los votos para presidente y ganó 4 de los 45 escaños en el Senado paraguayo. El 9 de abril de este año las encuestas indicaban que Cubas tenía el 15% de los votos, menos de un mes después las encuestas le daban el 23% de los votos. “El polemista” parece haber logrado, en las últimas semanas, deshidratar el voto opositor, absorbiendo, para sí, buena parte de los descontentos con el gobierno colorado.

Evidentemente, al igual que Trump, Bolsonaro y el argentino Javier Milei (candidato a presidente en Argentina), Cubas y el Partido Nacional Cruzada son una expresión distorsionada de un fenómeno mundial del avance de la extrema derecha y la ideología neofascista. Sin embargo, las contradicciones concretas de Paraguay allanaron el camino para una alternativa reaccionaria que choca frontalmente, al menos en apariencia, con la casta política, para ganar fuerza en sectores de masas. Según algunos militantes de Convergencia que lo conocieron personalmente, Cubas es un “camaleón” político, adaptando su discurso según la audiencia. Abogado, que brinda asistencia a grandes sindicatos y grandes corporaciones, ha construido su carrera política sobre polémicas y, en el último período, asimiló un discurso reaccionario, nacionalista y de ultraderecha.

Algo que parece haberle hecho ganar cada vez más la simpatía de un sector de la población paraguaya que está disconforme con el rumbo del país y no ve, ni en los Colorados ni en la Concertación, una posibilidad de cambio. El discurso xenófobo hacia los brasileños también es absorbido por una parte de la población debido a que la Agroindustria brasileña ha incrementado, en los últimos años, la explotación y el empobrecimiento de la población campesina en Paraguay. Esto crea, de esta forma, un terreno fértil para discursos como el de Cubas cuando afirma la necesidad de “matar a 100.000 bandidos brasileños”.

Eso, sumado a que la Concertación, al optar por no presentarse con un programa antisistémico de izquierda y, encima, mantener en la boleta mayoritaria a un exministro de Cartes, abrió espacio para que la extrema derecha, representada por Payo, ampliase su tamaño en votos y respaldo popular, alcanzando el tercer lugar en la elección. Teniendo en cuenta que los colorados obtuvieron un porcentaje de votos muy similar al de la elección de 2018, y la Concertación perdió votos desde la última votación hasta el momento de las votaciones, llegando Payo a casi el 23% de los votos, parece haber absorbido buena parte de los votos de la oposición y, también, del porcentaje de electores que representó, en esta elección, un aumento en el número de electores.

Su campaña, así como en otros países donde se ha fortalecido la extrema derecha, se basó principalmente en las redes sociales, en la madrugada del día de la votación tenía 90.000 seguidores en Instagram, ese mismo día, al caer la tarde, ya tenía 100 mil seguidores, y hoy (05/01) alcanzó la marca de 111 mil seguidores. Algo que, para Paraguay, no tiene precedentes, ya que el propio Instagram es aún una plataforma incipiente en el país. En este punto, cabe mencionar la advertencia mostrada por los jóvenes de Convergencia Socialista, donde en conversaciones con algunos militantes más jóvenes nos comentaban la preocupación de que Payo venía experimentando un crecimiento exponencial en las redes sociales y usándolas como herramienta de difusión de sus ideas.

Sobre los desafíos de la izquierda

El frente amplio, construido por la Concertación Nacional, resultó ser un fracaso político y electoral. Efraín Alegre, que lideraba los sondeos de opinión con un 38%, no alcanzó un 28% en las urnas, quedando en un nivel cercano al de Cubas. Es decir, Efraín, un político burgués del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), también denunciado por corrupción, que encabezó el frente amplio -Concertación Nacional- con 14 partidos (organizaciones de derecha y centroizquierda), que se disputaron la presidencia de la país por tercera vez, tenía ventaja en las encuestas como candidato que podía derrotar la hegemonía del Partido Colorado, y se pronunció a favor de abrir relaciones con China, poniendo fin a décadas de relaciones diplomáticas de Paraguay con Taiwán.

Sin embargo, aún con propuestas “populistas” en la campaña, fue incapaz, contrariamente a algunas proyecciones, de acabar con la hegemonía colorada y fue interpretado por la mayoría del pueblo como realmente es: un representante de la vieja política que, por no haberse presentado como una verdadera oposición, abrió espacio para que Payo lo hiciera. No es casualidad que, desde el punto de vista del programa, Efraín sea tan neoliberal como el candidato del Partido Colorado. Sin embargo, Santiago Peña se presentó como un político reciclado (un economista de 44 años). Sin embargo, con la máquina de poder en sus manos. Por lo tanto, Efraín Alegre y el amplio frente de Concertación Nacional, aun contando con el apoyo de fracciones de la burguesía paraguaya y contando con la simpatía de parte de la clase dominante latinoamericana, no lograron su objetivo electoral.

La izquierda paraguaya (marxistas y parte de centroizquierda), por su parte, demostró que necesita ganar músculo, es claro que en Paraguay no existe un partido social-liberal como el PT, ni existe un partido con acumulación social y elección de la izquierda socialista como el PSOL. Esto se puede apreciar al observar el balance de la candidatura de Euclides Acevedo/Jorge Querey, que alcanzó solo el 1,36% de los votos. Es decir, la izquierda paraguaya sigue en proceso de reconstrucción desde el golpe parlamentario que derrocó a Fernando Lugo en 2012.

Por eso, valoramos mucho el trabajo incansable de los compañeros del Partido Convergencia Socialista, que es sin duda la organización política que programáticamente más se acerca al PSOL. De esta forma, a pesar de los percances de la disputa electoral, confiamos en que el camino emprendido por Convergencia es el correcto: apostar su construcción a la lucha de clases, a la disputa política real y al internacionalismo. Paraguay sale de este proceso electoral entrando en una fase histórica de la lucha de clases muy similar a la que estamos viviendo en Brasil. Debuta, por desgracia, entre los países que empiezan a ver el auge de la extrema derecha a raíz del fenómeno del descontento popular con el sistema capitalista. Mientras escribimos este texto, los extremistas paraguayos están en las calles protestando contra los resultados de las urnas y llamando a nuevas elecciones, no aceptando la derrota de Payo Cubas, tal como sucedió en Brasil con los partidarios de Bolsonaro a fines de 2022 y principios de 2023.

El desafío, tanto allá como aquí, está puesto para la izquierda: o la izquierda paraguaya, brasileña, latinoamericana comienza a presentarse como una alternativa antisistémica a la izquierda, o veremos, cada vez más, a la extrema derecha disputar el corazón y la mente de la población trabajadora descontenta. Por lo tanto, construir una unidad internacional entre el PSOL y el Partido de Convergencia Socialista es importante para ambos partidos. Temas como la Itaipú Binacional, el avance de la agroindustria brasileña sobre las poblaciones campesinas en Paraguay y las poblaciones indígenas en Brasil, la Reforma Agraria en ambos países… necesitan ser debatidos juntos por ambas partes. Necesitamos, de manera unificada, PSOL y Convergencia Socialista, pensar agendas conjuntas que se puedan defender al unísono en ambos lados de la frontera.

Entendemos que tanto Convergencia como PSOL pueden ganar mucho en este proceso, y en esta construcción. Nuestros oponentes son los mismos, y por eso necesitamos fortalecernos unos a otros para poder enfrentarlos.

Leandro Fontes es profesor de geografía, miembro de la Coordinación Nacional del MES/PSOL y de la Fundación Lauro Campos y Marielle Franco.

Luciano Palagano Historiador, Tesorero del Estado – Activista PSOL/PR y MES/PR – TLS Sindical

Luiz Maioli es dirigente estatal de Juntos!/PR y miembro del PSOL/PR

Maicon Palagano es abogado e integrante de la Asesoría Jurídica del Comando de Huelga de la Unioeste.


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