El plebiscito popular es una herramienta para defender los intereses del pueblo
El Plebiscito Popular responde a las necesidades estratégicas de disputar el centro de la agenda en la sociedad y fomentar el trabajo de base
Una gran movilización está cobrando fuerza en el país, con debates que desde hace meses vienen marcando parte importante del activismo. Sea en la Feria Literaria (Flipei) en São Paulo, en las plazas de cientos de municipios del país, en las puertas de fábricas, universidades y centros comunitarios, la campaña por el “Plebiscito Popular” crece y echa raíces.
Impulsada por el Movimiento de trabajadores Sin Tierra (MST) y diversos movimientos sociales, la iniciativa responde a varias cuestiones estratégicas: disputar el centro de la agenda en la sociedad y buscar incentivar el trabajo de base. El MST y los movimientos sociales tienen memoria de importantes plebiscitos victoriosos como el de la Deuda Externa (2000) y el del ALCA (2002), cuyo éxito se contó en millones.
Ante la coyuntura, donde el tema de la soberanía vuelve a estar sobre la mesa, con las agresiones de Trump apenas comenzando, esta es una gran oportunidad para que la militancia vaya a las calles.
Dos grandes banderas
Las votaciones del plebiscito ya comenzaron y están generando discusiones y compromisos en varios sectores y regiones. Tuvimos un gran acto durante el Congreso de la UNE y recientemente una amplia adhesión en la Jornada de Agroecología del MST en Curitiba, por citar dos espacios centralizados.
Los dos temas que están siendo sometidos a votación popular son decisivos para la coyuntura brasileña, para poner en acción a amplios sectores de la sociedad y establecer un programa desde la izquierda, generando condiciones para politizar el activismo. Es una forma real de empujar hacia una inflexión a la izquierda en la correlación de fuerzas.
La cuestión de la tributación a los superricos es central para responder quién debe pagar la cuenta de la crisis, aún más ahora con los efectos del “tarifaço” afectando la economía real. Es una bandera antigua, pero que debe ser retomada desde la lógica de la conciencia de clase, dejando claro que es una élite reducida de multimillonarios la que se autorreproduce a costa de bajas inversiones en educación, salud, vivienda y retirada de derechos para la mayoría del pueblo, que vive con ingresos mucho menores.
La otra bandera es la defensa de la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial, popularizada por el eslogan “Vida Más Allá del Trabajo” y por la campaña por el fin de la escala 6×1. Son millones de trabajadores en todo el país que ya han mostrado simpatía por esta medida, e incluso Lula, en un video oficial del 1º de mayo, hizo referencia a ella.
Todo un sector de la burguesía se opone a tales medidas, como quedó claro en el editorial del Estadão de la semana pasada, donde se afirmaba que es imposible reducir la semana laboral sin un “aumento sostenido de la productividad”.
El papel del Movimiento de los Sin Tierra
El MST es un movimiento social con referencia histórica y centralidad política en Brasil.
Durante los años 90, en los duros tiempos del neoliberalismo, fue el principal vector de enfrentamiento al gobierno de FHC.
En las últimas décadas enfrentó persecuciones policiales, montajes judiciales, ataques a su líder João Pedro Stédile, manteniendo firme la defensa de cuestiones centrales: una reforma agraria con carácter agroecológico –precisamente en los años en que el “agrogolpismo” se expandió en Brasil–; la soberanía nacional, atacando las injerencias de los yanquis; la defensa de Palestina y, en los últimos años, la vanguardia en la defensa de la cuestión ambiental, como en el caso de la articulación con los movimientos contra la minería.
En 2023, pudimos acompañar, con la participación de nuestra diputada Sâmia Bomfim, la resistencia popular contra la CPI del MST, que fue una más de las artimañas de la extrema derecha en el parlamento para intentar criminalizar a los movimientos sociales. El intento fue desmoralizado, mostrando la simpatía popular –en el campo y en la ciudad– que mantiene el MST, incluso en tiempos de auge del agro.
La relación con el MST es fundamental para valorar el trabajo político de base, en torno a medidas programáticas, consolidando la unidad en la acción y en las relaciones con los movimientos. Estuvimos hombro a hombro en la campaña por los vetos al PL de la Devastación. Estaremos en el Plebiscito y en las luchas que vendrán.
A las calles
Ya estamos comprometidos con el Plebiscito y queremos ampliar aún más esta lucha, disputando también la referencia a la semana del 7 de septiembre, que tradicionalmente era utilizada por la izquierda para defender la “soberanía” y una “segunda independencia”.
Queremos valorar el programa del MST para la lucha agroecológica, que debe servir como referencia para el debate programático del PSOL.
No hay “salida mágica” para enfrentar a la extrema derecha; sí hay necesidad de concentrar esfuerzos, escuchar y servir al pueblo, debatir las contradicciones en su seno, saludando el esfuerzo de los movimientos sociales que impulsan el plebiscito como un peldaño en la escalada a favor de un programa que pasa por la tributación a los multimillonarios, la defensa del fin de la escala 6×1, entre varias banderas que son base de nuestras luchas.
Por último, no solo el plebiscito, sino la necesidad de impulsar luchas por el fin de la escala 6×1 debe ser el centro de todo el activismo. La huelga de Pepsico, la reciente campaña que la oposición de Conductores de SP está llevando adelante sobre el tema, son ejemplos –aunque referenciados en diferentes frentes y centrales– que dialogan con la idea del plebiscito popular. Toda creatividad es válida. Toda iniciativa hace la diferencia.
Israel Dutra es sociólogo, Secretario de Movimientos Sociales del PSOL, miembro de la Dirección Nacional del partido y del Movimiento Izquierda Socialista (MES/PSOL).