Una respuesta necesaria a “Un vendaval oportunista recorre el mundo”

Artigo de polêmica publicado em espanhol em jul/2004 em resposta a artigo de Martin Hernandez, dirigente do PSTU e da LIT, publicado no jornal Opinião Socialista em jun/2004.

Pedro Fuentes 26 jul 2016, 17:34

El periódico Opinión Socialista, órgano informativo del PSTU, ha publicado un articulo de Martín Hernández, uno de los principales dirigentes de ese partido y de su organización internacional LIT Un vendaval oportunista recorre el mundo. En el mismo, se afirma que la izquierda reformista y revolucionaria, toda ella, está ganada por el estado burgués. Se trata de un movimiento irreversible ya que según el articulo “la izquierda mediante la democracia burguesa ha sido cooptada al estado capitalista a partir de los privilegios materiales que este les otorga”.

La lista incluye a José Genoino, Lula y toda la dirección del PT, numerosas corrientes trotskystas entre las que se menciona el MST de Argentina por ejemplo, y por supuesto y muy especialmente al PSOL. Quedan liberados de esta caracterización el PSTU y su corriente internacional, a lo que se suma una vanguardia independiente, compuesta por una nueva generación de luchadores y un sector de más experiencia aunque, según el periódico, un poco cansado. La lógica del artículo es de hierro, por lo que la única alternativa para que esta vanguardia se haga revolucionaria es la entrada en el PSTU o su corriente internacional. Vamos a demostrar la verdadera lógica de esta visión, o mejor dicho, de este esquema cuyo objetivo es el de descalificar el nuevo hecho político que ha significado el surgimiento del PSOL1, como respuesta a la degeneración absoluta del PT.

No estamos solos rodeados de contrarrevolucionarios

Para ello el artículo hace un clásico razonamiento utilizado por organizaciones que proclaman que “los únicos revolucionarios somos nosotros”. Se crea una realidad artificial que nada tiene que ver con los hechos concretos que ocurren para “demostrar” que las demás corrientes revolucionarias son todas oportunistas, reformistas etc. De esa manera, desde un escritorio se las pasa al campo de la traición o de la contrarrevolución, para que todas las corrientes existentes reformistas o revolucionarias entren en el mismo saco. No se mencionan diferencias, contradicciones; por ejemplo se ignora la existencia de corrientes centristas.

Es algo increíble, ya que desde los revolucionarios rusos se viene estableciendo la existencia de corrientes reformistas, revolucionarias y centristas; con sus distintas variantes, lo que obliga a los marxistas a un análisis concreto da la situación concreta, para definir a los sectores centristas que van a la derecha, los que están cristalizados, los que son progresivos y, concretamente, los que pueden y deben ser ganados para una política revolucionaria. Siquiera se apunta la necesidad de unidad de las fuerzas revolucionarias existentes. No, en el texto de Martín nada de eso existe. En cuatro páginas se tira a la basura todo el bagaje histórico de la izquierda marxista revolucionaria. Se justifica así ante los militantes que solo están ellos para hacer la tarea de la revolución y que de lo que entonces se trata es de ganar a esa vanguardia para el partido y resolver así el problema de la dirección revolucionaria.

Esta posición de los compañeros está vinculada a la caracterización que su organización sustenta de que se vive una situación revolucionaria mundial según el análisis aparecido en su revista “Marxismo Vivo” Nº7. Como parte de esta caracterización mundial los documentos del último congreso del PSTU afirman que en Brasil se está caminando para una situación de ese tipo. Y el articulo mencionado avanza más y ya menciona que en Brasil “de hecho ya se esta haciendo una revolución”.

Con esta caracterización se completa el esquema y se refuerza aún más la idea de la inprescindibilidad absoluta e inmediatista de la construcción de “su partido” como única orientación posible, tratando siempre de descalificar aún más cualquier otra corriente o partido. Pero la pregunta inmediata que surge es; ¿como puede ser que en una situación mundial revolucionaria solo esté el PSTU y su organización internacional rodeado de un vendaval de oportunistas contrarrevolucionarios?

En los finales del 90, en la UIT (Unidad Internacional de los Trabajadores), también surgió esta pregunta en una discusión similar sobre las caracterizaciones de situación revolucionaria mundial. En uno de los aportes sobre la misma, Aníbal Ramos, dirigente trotskista de Cataluña, infelizmente ya fallecido, con quien discordábamos en muchas de las conclusiones prácticas, se esforzó en demostrar como una situación mundial de este tipo con todas las corrientes traicionando era una irrealidad. “Considerando el número reducido de fuerzas que hoy militan en el trotskysmo, más consecuente, hay que reconocer que la supuesta “frente contrarrevolucionaria mundial” no solo engloba a todas las clases sociales intermediarias, sino también a los partidos del 99.99% del proletariado mundial. Una situación dramática. Cómo puede darse un fenómeno tan monstruoso en una situación que ellos mismos llaman de revolucionaria?”. La conclusión de una situación revolucionaria con una proporción tan abrumadora de fuerza dirigidas por el contrario no tiene sentido, palabras vacías de realidad.

Se trata de caracterizaciones alejadas de la realidad actual de la lucha de clases. Son para consumo interno, para disolver la realidad presente y entusiasmar a los militantes con las perspectivas futuras. De esa forma se ocultan las contradicciones, los movimientos reales progresivos que ocurren en el movimiento de masas y en su vanguardia. Se descarta, entonces, la orientación estratégica de que el partido se construye con alianzas y fusiones con otras corrientes y sectores revolucionarios, inserido en el movimiento de masas y en los procesos progresivos que ocurren y que nunca se dan puros.

Esa ha sido siempre la estrategia defendida por la organización internacional dirigida por Nahuel Moreno de la cual tanto el PSTU como nosotros hemos sido parte. Un razonamiento opuesto al de que “estamos solos ante la revolución y el que no quiera aceptar los moldes nuestros es un obstáculo que hay que destruir”. Esa posición lleva incluso a tendencias al aparatismo sobre las mismas organizaciones de masas y los procesos de autoorganización que ocurren. Y en Brasil, claro está a considerar al PSOL un enemigo, un obstáculo para la construcción de su partido y del partido revolucionario con influencia de masas tan necesario para el futuro de la revolución socialista brasileña.

Por lo tanto, se trata de una polémica que no tiene nada de libresca, sino que es muy importante por sus conclusiones prácticas. En nuestro continente, si bien existen importantes dificultades que tenemos que vencer, se ha abierto un espacio para la construcción de alternativas políticas anticapitalistas radicales donde los revolucionarios tengan un peso decisivo. En el caso de Brasil y ante el salto degenerativo del PT, se ha abierto una oportunidad histórica para los revolucionarios, para construir una alternativa con influencia de masas. Y ya se ha iniciada un nuevo proceso como una respuesta a la crisis del PT: el del reagrupamiento de fuerzas socialistas en el P-Sol, con apoyo en sectores de masas.

Es un proceso que también ocurre en otros países y que apunta por primera vez, luego de una década de crisis de organizaciones socialistas y de rupturas, a la posibilidad de superación de una situación de fragmentación y al reagrupamiento de fuerzas socialistas revolucionarias. No por casualidad se acaba de hacer un seminario en el cual participaron las corrientes brasileras integradas al PSOL, y numerosas organizaciones y partidos latinoamericanos en una importante mayoría de origen trotskysta de Europa y de los Estados Unidos, en Porto Alegre.

Una analogía equivocada

Situación revolucionaria quiere decir que están las condiciones para la revolución, o casi todas las condiciones y por lo tanto se producen revoluciones. Equivale a decir que lo dominante en el mundo son situaciones donde está en juego la cuestión del poder, que alteran el signo de la correlación de fuerzas o tienden a marcar cambios importantes en la misma. Visto desde ahora, uno de los problemas de esta caracterización comenzó con una analogía equivocada que hicimos al inicio del 80 comparando la situación mundial de esos momentos con la que Lenin definió en el 15 ya en vísperas de la revolución rusa. La definición de Lenin que se refería a Europa, se asentaba en el hecho de que había una guerra interimperialista que dislocaba la dominación imperialista que era en esa época el centro del mundo. Esto en el marco de la existencia de una fuerza del proletariado cada vez más desarrollado, dinámico y en ascenso. El pronostico culminó con la revolución rusa y la oleada de revoluciones europeas em Alemania, Polonia, Hungría y luego Italia y Austria. Una situación en donde se desarrollaron fuertes organizaciones de masas revolucionarias, los soviets, y los partidos comunistas surgidos de las divisiones de la socialdemocracia.

La lucha de clases difícilmente repite situaciones parecidas por lo que las analogías siempre se tienen que tomar con cuidado. Podemos definir que también hubo una situación revolucionaria mundial con la segunda guerra mundial cuando se abrieron situaciones revolucionarias en los países ocupados por el nazismo, (Francia, Italia, Grecia), se produjo la revolución en Yugoslavia y luego con la ocupación del Ejercito Rojo en el resto de los países del Este y más tarde la revolución China. En esa situación mundial se produjo una oleada de independencia nacional (India, Egipto…) y de regímenes en clara contradicción con el imperialismo, en particular en Latinoamérica.

Una primera aproximación del escenario mundial: una situación de polarización

No estamos en una etapa o período que sea similar a alguno de ellos. En las ultimas dos décadas han sucedido fenómenos mundiales de enorme importancia, que si bien no son tema de esta artículo, no pueden dejar de ser citados. Con la llamada ofensiva neoliberal y la globalización ha ocurrido un salto en la concentración del capital y la riqueza, un salto en la financierización de la economía, el desmantelamiento de los servicios estatales públicos, un proceso de semicolonización en los países periféricos. No se trata de ningún desarrollo de las fuerzas productivas sino por el contrario vivimos un periodo de decadencia y crisis de la economía capitalista, con un desempleo crónico que ha significado cierto debilitamiento de la clase obrera industrial. En este periodo se dio el derrocamiento de los regímenes totalitarios del Este y Rusia y posteriormente la restauración capitalista. Esas movilizaciones de masas terminaron con el aparato estalinista, un fenómeno histórico enormemente progresivo que ha abierto nuevas posibilidades para la reorganización del movimiento obrero y los revolucionarios. Sin embargo tuvieron un efecto contradictorio sobre la conciencia de las masas, ya que dificultó la idea que la alternativa al capitalismo es el socialismo. Apoyados en esa situación y en la ofensiva neoliberal hubo un giro a la derecha de las direcciones reformistas.

A mediados de los 90 y más definidamente a partir del 97 con la crisis de los tigres asiáticos, comenzó un cambio importante en la realidad mundial. Se hizo evidente la crisis estructural de la economía capitalista y a desarrollarse una confrontación contra el neoliberalismo que cada vez más desde entonces se ha ido ampliando. Ese ascenso de la lucha de clases dio origen al enormemente progresivo movimiento antiglobalización con sus grandes manifestaciones iniciadas en Seatle y que en Europa y los EEUU continuó con el importante movimiento contra la guerra de Irak.

En nuestro continente, el ascenso de la lucha de clases ha producido movimientos revolucionarios e incluso revoluciones (de los cuales el argentinazo, la insurrección boliviana y la derrota del golpe en Venezuela han sido las más notables) Sin embargo, que haya situaciones revolucionarias en países no significa una situación revolucionaria mundial. Ya que no se ha alterado o no se ha producido un clivaje o una dislocación en el sistema de dominación imperialista existente, y los países centrales de Europa, de los EEUU y Japón no son alcanzados por estos procesos. La crisis económica sin salida, el empantanamiento en el que se ha metido EEUU en Irak y la crisis política que eso ha creado en EEUU, son elementos dinámicos de una situación transicional. Pero lo que actualmente existe es una situación mundial de polarización, de inestabilidad, donde el imperialismo por un lado logra ciertos triunfos políticos como es el de la cooptación de direcciones y organizaciones como el PT en Brasil. También golpea con su feroz ofensiva económica y mete sus golpes, y si bien estos no aplastan a las masas no dejan por ellos de ser golpes, como los que reciben las masas palestinas.

El imperialismo utiliza la democracia burguesa pero también el militarismo, las guerras y golpes

El articulo Vendaval oportunista afirma que el imperialismo, después de la derrota de Vietnam, no ha podido utilizar las guerras y sostiene su dominación mediante la democracia burguesa o mediante lo que se llama la reacción democrática. Indudablemente que la democracia burguesa ha sido una herramienta usada para canalizar el descontento de las masas y fue un medio importante para la restauración del capitalismo en el Este y Rusia, o así en el gigante chino.

Pero en el afán de explicar la capitulación de toda la izquierda el texto olvida la política militarista del imperialismo hegemónico. No se mencionan dos hechos monumentales que están ocurriendo y que todos los días son título de todos los diarios y noticieros: 1) que hace solo un año los Estados Unidos emprendieron una feroz guerra de conquista colonial pasando sobre la ONU, con la oposición de Francia y Alemania, provocando incluso una situación nueva en las relaciones inter-imperialistas; 2) que esa guerra ha originado las mayores manifestaciones antiguerra en un solo día; y que desde hace dos meses una enorme resistencia del pueblo irakí que amenaza toda la maquinaria montada por Bush que ha utilizado una nueva tecnología militar desarrollada en las dos ultimas décadas para provocar una gran carnicería humana y la tortura como en Vietnam.

Sharon es una expresión cabal de la política militarista de Bush con la sistemática ocupación militar de los territorios palestinos, la guerra directa contra la población y la matanza selectiva. La población Palestina resiste heroicamente pero sufre brutales consecuencias de esta ofensiva, que no es precisamente de la reacción democrática.

También en nuestro continente existe esta cara de la política de Bush. La ocupación militar de Haití, el plan Colombia, segundo país en asistencia militar por los EEUU, el despliegue de bases militares yankees en el continente, la política de reforzamiento del embargo a Cuba. Y la sistemática política golpista hacia Venezuela, en donde si bien fue derrotado su primer intento de golpe, continúa actuando a favor de la desestabilización política para crear nuevas condiciones para el golpe o incluso una intervención militar latinoamericana. No jerarquizar este problema, despreciar la política agresiva y militarista del imperialismo, termina conduciendo al oportunismo de no tener como eje la derrota del imperialismo en países como Venezuela. Así, el ultraizquierdismo en el análisis se transforma en oportunismo en la política.

No dar jerarquía para la política militarista del imperialismo es injustificable cuando esta política viene gestándose desde la invasión a Panamá, en 1990, las intervenciones en Bosnia, Kosovo, la primer guerra de Irak. Las razones de este cambio estratégico de la política yankee han sido analizados en contribuciones hechas entre otros por Serfati, Callinicos, Chesnais. Si bien se combinan varios factores se puede resumir en la necesidad de sostener su hegemonía mundial cada vez mas cuestionada en medio de una crisis económica estructural por la fase de decadencia imperialista.

Esto no nos debe llevar a hacer un análisis unilateral de signo, opuesto al de Martin, y a pensar que todo es militarismo. La democracia burguesa, la reacción democrática, sigue siendo un arma utilizada como medio para la cooptación de las direcciones como han hecho con Lula en Brasil, o Gutiérrez en Ecuador, con el objetivo de fragmentar y desmoralizar a los trabajadores. Pero la reacción democrática y la cooptación de las direcciones oportunistas del movimiento de masas se combina con la agresión económica y la ofensiva militar, eje de la política en países como Haití, Venezuela y Cuba.

Las consignas democráticas burguesas en el período histórico que vivimos

El artículo que mencionamos reproduce una práctica que ha adoptado el PSTU y su corriente internacional: delimitar a los revolucionarios de los reformistas según la política que tengan sobre las consignas democráticas burguesas. Los compañeros desprecian cualquier planteo de defensa de libertades democráticas y, según su posición, levantar en una situación de crisis o ofensiva de las masas la consiga de Asamblea Constituyente es una traición o capitulación. Así atacaron a los partidos de izquierda de Argentina que levantaron esta consigna, con diferentes formulaciones, en el argentinazo de diciembre del 2001. La cuestión de la democracia burguesa y la utilización que se hace en este periodo de las consignas democráticas tiene su importancia. La democracia burguesa es una forma de dominación del estado burgués, es decir de la clase burguesa ejercer su dictadura de clase. Nadie puede discutir que las direcciones reformistas se alimentan de la participación electoral como su estrategia para tomar el poder y administrar el estado burgués. Su rol histórico es enfrentar y desviar las movilizaciones y una de las armas son las elecciones. Pero esta caracterización o análisis general no puede transformarse en una política sobre la democracia burguesa. Porque la posición también clásica (desde la época de Marx) es defender las libertades democráticas conquistadas, ampliarlas y luchar por conquistarlas donde no las hay, con la movilización sin hacer de esto una estrategia de defensa del estado burgués

Esto es cada vez más actual porque en este nuevo periodo abierto en las dos ultimas décadas, la democracia burguesa clásica, en el sentido que cada ciudadano elige con su voto a “sus representantes” esta deslegitimada. Mismo en los EEUU el gobierno de Bush salió de un fraude y ha pasado a atacar derechos democráticos históricos.

El régimen democrático burgués clásico se basa en periodos estables donde se podían hacer fuertes concesiones al movimiento de masas. En nuestro continente, los regímenes de la etapa de dominación del neoliberalismo significaron cambios importantes en los regímenes y en el estado que conocimos luego de la posguerra. Los partidos tradicionales fueron ejecutores de la política de privatizaciones convirtiéndose en las herramientas de los monopolios y multinacionales. Con esto vino el gran auge de la corrupción que alcanzó también a las direcciones reformistas convertidas en administradores de privatizaciones y de fondos de pensión. Para ejecutar esa política se vieron obligados a gobernar pasando por encima de las propias tradiciones de la democracia burguesa.

Esto es lo que también explica que en todas los procesos álgidos de la lucha de clases de nuestro continente, en el Argentinazo, en la insurrección boliviana, (y mas aun en la lucha contra el golpe en Venezuela), hayan sido con un alto contenido de reivindicaciones democráticas junto con las antiimperialistas. El argentinazo por ejemplo, colocó al rojo vivo el problema del sistema de representación política y la discusión democrática de que hacer con el país después del desmantelamiento neoliberal menemista. De ahí que se haya colocada la consigna de la Asamblea Constituyente.

No hay forma que la clase obrera dispute el movimiento de masas sino es levantando las consignas democráticas – a entre ellas la asamblea constituyente – que son reivindicaciones sentidas por todos los sectores populares cuando se radicalizan. Y esto es aun más importante por el relativo debilitamiento de la clase obrera como consecuencia de los ataques del neoliberalismo; sin las consignas democráticas es imposible hacer el necesario bloque o alianza antiimperialista, democrática y revolucionario con las otras clases explotadas. Estas consignas son parte esencial de un sistema de ruptura con el capitalismo porque no hay formas de ampliar la democracia burguesa si no es mediante una fuerte movilización que choque con las actuales instituciones burguesas y por eso son medidas que se convierten en transicionales tal como defiende el programa del PSOL.

En Brasil ya asistimos al fracaso de la política de “democracia radical”. Su experiencia más avanzada ha sido en Porto Alegre. La corriente Democracia Socialista del PT, que gobierna este municipio, sostiene que se puede democratizar sustancialmente la gestión del Estado burgués, comenzando por la gestión de los municipios con el presupuesto participativo. Pero el resultado fue que el porcentaje que los habitantes de Porto Alegre podían discutir y gestionar no pasó del 5%, convirtiéndose de esa manera en una discusión de pequeñas minucias cuando la mayoría del mismo sigue las mismas normas dictadas por el gobierno nacional. Así ocurrió ahora en esta ciudad con la retención del 11% a los jubilados siguiendo las normas aprobadas por la reforma de la previdencia nacional del gobierno de Lula. Entonces, la defensa de la radicalización de banderas democráticas solo pueden ser verdaderamente defendidas combinándolas con banderas anti-capitalistas.

El PSOL y la construcción del partido revolucionario en el Brasil

Como decíamos, el eje y núcleo fundamental de este artículo con el que polemizamos es descalificar el PSOL. Y el recurso es hacer una amalgama entre reformistas y revolucionarios. Prácticamente Genoino, Mercadante, etc. son iguales a Heloisa Helena, Luciana Genro, Baba o Joao Fontes. La única diferencia es que estos son oposición al gobierno pero… oposición burguesa dentro del régimen,… “el PSOL ha surgido para hacer oposición parlamentaria y electoral”. Una afirmación que ya no solo deforma la realidad sino que es una mentira absurda y calumniosa. El programa del PSOL es claro sobre el carácter de las elecciones en el sistema capitalista, sobre el papel decisivo de la movilización sobre el gobierno de los trabajadores en base a la ruptura con el estado burgués.

Lo importante es que este programa no sale solo de la cabeza de una u otra persona sino que es la expresión de un proceso nuevo que ha ocurrido en el Brasil.

El giro de Lula significó un terremoto político que provocó la ruptura de sectores con el PT, que abrió las puertas para que la vanguardia y también sectores de masas se reformulen y repiensen el tipo de partido el tipo de programa, el régimen del partido. Estamos ante un proceso nuevo de radicalización de un sector de masas y de superación de lo que fue el PT. Un terremoto no puede dejar de producir movimientos de intelectuales, de direcciones, de personalidades, de corrientes y de sectores de corrientes. Un terremoto facilita trazar la divisoria de aguas para la política revolucionaria y expresarla de manera más simple para las amplias masas, para construir así una alternativa anticapitalista revolucionaria que tenga influencia de masas.

Por eso el PSOL es una expresión del reagrupamiento de corrientes revolucionarias de fuera y dentro del PT. De intelectuales y personalidades políticas; de numerosos militantes que hacían parte del PT que salieron a defender las banderas socialistas ante la degeneración final del PT, de un sector de masas que se radicalizó y avanzo políticamente en la lucha contra la previdencia y que se amplía día a día en la medida que el gobierno cumple con la burguesía y da un salario mínimo de 260 reales.

De mas está decir que el PSOL se hizo fuerte y sus diputados emergieron gracias a que estuvieron en el principal lugar que había que estar para ayudar a esa radicalización; en las movilizaciones, en la huelga de los servidores públicos, de la PM, etc. etc. La pretendida delimitación entre el PSTU como revolucionario y todos los otros como reformistas asimilados a la democracia burguesa no solo está fuera de la realidad sino que es un recurso defensivo, de escritorio, para sostener su partido que ha quedado por exclusiva responsabilidad de su dirección, fuera de este proceso.

Dejando de lado algunos bajos recursos utilizados por la dirección del PSTU, hay si una verdadera e importante discusión con el PSTU sobre como encarar la construcción de una partido revolucionario con influencia de masas en esta etapa que vive el país ante la nueva situación que no revolucionaria pero que nos ha abierto la posibilidad de la disputa política de sectores de masas.

Cuando se iniciaron las discusiones el mismo PSTU reconoció que este nuevo proceso no se podía hacer desde su partido sino que había que encarar la construcción de uno nuevo. Pero para hacer esto era necesario una política amplia de reagrupamiento de fuerzas socialistas, de apertura hacia la vanguardia y sectores de masas que si bien ya han roto con el gobierno traen una conciencia todavía reformista aunque muy progresiva no solo porque choca con la política del gobierno, sino porque es dinámica, porque sus aspiraciones se demuestra que no se pueden resolver en los marcos del sistema capitalista. Esta combinación de factores es lo que da un carácter transicional, no acabado al partido que se ha formado. Los partidos no se construyen con recetas prontas, formulas de escritorio, sin vida, sin dinámica, sin conflictos, y sin aprendizajes. Son construcciones vivas, al calor de la lucha de clases. Apostar e incidir sobre la dinámica que hay en ella como ha sido la tradición histórica de la corriente de la cual nosotros y el PSTU provenimos es un deber evidente.

Es tiempo de cambiar

Lamentablemente el PSTU se alejó de este proceso cuando las condiciones para concretarlo se alcanzaron. Fue por una profunda lógica política vinculada a su idea que “el partido ya está construido y solo se trataba de sumar a los radicales al mismo”. Lógica política que solo se puede justificar en artículos como “el vendaval”, lógica política que lleva al sectarismo. En medio de una realidad tan rica en la que todos estamos aprendiendo hay condiciones para cambiar y evitar una política sectaria. Nosotros queremos que eso ocurra, para que de esa manera se sumen sus fuerzas a la construcción de una alternativa anticapitalista revolucionaria. La del PSTU sería sin lugar a dudas una importante contribución.

Por eso estamos polemizando. También para que se superen prácticas políticas que hay que dejar de lado y poder enfrentar con mayores fuerzas la nueva situación. Sería bueno comenzar por dejar de lado los epítetos, intentar políticas comunes para fortalecer los organismos de la clase, de la juventud y en ese marco llevar las discusiones fraternales. Por supuesto eso exige un cambio. Hay que reconocer que no se puede hacer una nueva herramienta política sin el respeto a todos las corrientes y sectores, sin el derecho a la expresión de sus ideas y por tanto el derecho a las tendencias.


1 No momento em que se desenvolvia esta polêmica, em meados de 2004, o PSTU recém havia baixado uma resolução que proibia seus militantes de assinar as fichas pela legalização do PSOL. (Nota do editor)


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