Mirando en perspectiva, el 14 de marzo de 2018 fue un punto de inflexión en la historia política reciente. El asesinato brutal, cobarde y premeditado de Marielle Franco y Anderson Gomes tuvo un impacto decisivo en lo que estaba por venir en Brasil.

El asesinato combinó lo peor de lo que estaba pasando en el país, la acción de las milicias (los verdaderos huevos de la serpiente) y la ascendente cultura Bolsonaro con el llamado “simulacro”, donde decenas de miles salieron a las calles en manifestaciones reaccionarias para desviar el estallido latente de indignación por la situación del país. El acto siguiente fue el golpe palaciego -donde una fracción de la burguesía decidió desalojar al PT del poder en medio de la crisis de popularidad del gobierno-, seguido por la agenda antiderechos de Temer.

El asesinato de Marielle desencadenó la espiral de estos elementos.

Seis años después, la historia vuelve a reclamar un enfrentamiento. La necesidad de justicia, reparación y castigo chocan con la lentitud de las investigaciones y los pedidos de amnistía por los crímenes cometidos, dando lugar a similitudes entre el crimen de 2018, el genocidio de la pandemia y el golpe del 8 de enero de 2023.

La gigante Marielle

Marielle fue una militante del PSOL en Río de Janeiro, fruto del escenario de lucha y esperanza que se desarrolló en Río de Janeiro con nuestro partido muchas veces al frente. Ella expresaba las posiciones radicales del PSOL en su defensa de los derechos de los trabajadores y de las diversas luchas estructurales e interseccionales de las mujeres, de los negros, de la agenda LGBTQIA+ y de la población de las favelas que vive diariamente la violencia policial.

Su ejecución desató una indignación que tuvo una respuesta histórica que sus agresores no podían imaginar: las semillas de Marielle han fructificado en la forma de muchas otras mujeres negras de la periferia ocupando puestos de liderazgo, en el parlamento y en las luchas, con su ejemplo y su imagen como símbolos de este nuevo momento.

Ninguna otra figura política brasileña ha conseguido multiplicar sus rostros en camisetas, paredes, pegatinas y tatuajes. Hemos visto el rostro de Marielle esparcido por todo el mundo en diversas manifestaciones, junto a activistas con camisetas del Che Guevara y Malcon X, por ejemplo.

Como muy bien escribió Luciana Genro:

Las muertes de la hermana Dorothy Stang, Chico Mendes, Bruno Pereira, Dom Philips, Marielle Franco y tantos otros activistas son el retrato de un Brasil que no protege a los defensores de los derechos humanos y del medio ambiente.

El asesinato de Marielle y Anderson sigue sin resolverse. La exigencia de justicia para Marielle y de castigo para los autores materiales e intelectuales del crimen sigue sin cumplirse. Aunque se ha avanzado en la identificación de los autores, vinculados a las milicias paramilitares de la ciudad, se sigue ocultando la verdad sobre los verdaderos autores intelectuales, lo que exige una movilización permanente para que la resolución de este caso signifique también que este tipo de crímenes no se repitan.

Ellos son los mismos

Los mismos que actuaron en los sótanos de la dictadura son los que hoy están en las milicias. La banda podrida de las fuerzas de seguridad es a la vez el origen de estos criminales paramilitares y de las fuerzas de choque de Bolsonaro. Sectores del crimen organizado provenientes de las fuerzas de seguridad (estén o no aún dentro de ellas) están directamente vinculados a la extrema derecha a través de relaciones turbias en varios niveles: control del “juego del bicho”, transporte alternativo, venta de materiales de construcción y otros artículos básicos para los territorios controlados, entre otros métodos extendidos en las periferias de Río de Janeiro.

Está claro que la autoría intelectual del crimen contra Marielle y Anderson se encuentra en este ambiente, en el que curiosamente el condominio Vivendas da Barra emerge como punto focal. Y aunque las investigaciones aún no sean concluyentes, existen vínculos políticos directos entre el crimen de 2018 y el actual bolsonarismo, tanto en la difamación de la memoria de Marielle como en la resistencia a las investigaciones que deberían conducir a los verdaderos autores intelectuales del crimen.

La ejecución de Marielle fue un crimen político. Marielle fue asesinada porque pertenecía al PSOL, porque defendía las reivindicaciones de los de abajo, su programa y sus ideas. Y todos sabemos quién está al otro lado de esta lucha.

Ni olvido, ni perdón: ¡justicia para Marielle y Anderson!

La lucha por la justicia es estratégica tanto para honrar la memoria de Marielle como para que este tipo de crímenes no vuelvan a repetirse, pero cumplir un año más sin destapar la trama que dio lugar al cobarde crimen envía una señal de impunidad para nuevos atentados de este tipo.

Un ejemplo es la periodista Eliane Brum, que cada día publica en su red social: “¿Quién ordenó matar a Marielle? ¿Y por qué?”, con un recuento de días sin respuestas. El 14 de marzo se alcanzaron los 2192 días.

Al contrario de lo que intentan mostrar los defensores de la conciliación de clases, seguimos en un momento político crítico y el 8 de enero de 2023 fue la señal más aguda de ello. Aunque la extrema derecha esté en un momento político defensivo, su arraigo social en amplios sectores populares y la creciente fuerza de los grupos milicianos no sólo en Río, sino en todo Brasil, hacen que la necesidad de castigar a los autores del asesinato de Marielle sea una agenda permanente contra este proceso.

Defendemos una agenda de movilización que combine la lucha antifascista, con énfasis en la detención de Bolsonaro, los generales golpistas y sus financiadores; la intensa necesidad de justicia por Marielle; y el apoyo a las demandas de los trabajadores y de todo el pueblo.

Seguiremos en las luchas y en las calles, honrando la memoria de Marielle y exigiendo justicia por este y tantos otros crímenes contra luchadores sociales provocados por la extrema derecha.

Marielle y Anderson ¡presentes! ¡Ni olvido, ni perdón!

Israel Dutra es sociólogo, Secretario de Movimientos Sociales del PSOL, miembro de la Dirección Nacional del partido y del Movimiento de Izquierda Socialista (MES/PSOL).